Hello, it’s me. Soy tu CM de confianza, no te conozco, pero tú a mí sí, sí. Muy de la casa y todo pero casi no me queda tiempo para escribir. Sorry, not sorry. Lo mío ya son las puras vainas inventadas, así que esta vez no será la excepción.

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Conmemorando la erección de la Parroquia de San Francisco Javier del Pie de la Cuesta (26 de julio de 1776) se acostumbró comenzar la Semana de la Piedecuestaneidad en ese aniversario, pero este año por petición del magnánimo presidente electo, el señor ingeniero Rodolfo Hernández, la celebración se extendía hasta el 7 de agosto, día de la posesión presidencial, misma que se realizaría en ese municipio santandereano que vio nacer al próximo mandatario del país, así como la fortuna que le permitió al empresario llegar a tal posición. Era pues el primer logro del nuevo presidente de la República: la Quincena de la Piedecuestaneidad y esta vez con más invitados que nunca, once jefes de Estados incluidos, entre los que se encontraba el monarca del Reino de España, Su Majestad el Rey Don Felipe de Borbón y Grecia. Era previsible que los señores y señoras del club de vida de adultos mayores esta vez vieran opacada su presentación folclórica por la de la presidente del Senado, Maria Fernanda Cabal, quién había arrebatado tal dignidad al ungido del Uberrimo, Miguel Uribe Turbay.

Fue muy difícil convencer al ingeniero de hacer un ágape para todos esos invitados y los demás, como congresistas y altos dignatarios del Estado en otras ramas del poder público. “Esos hijueputas quieren jartar trago de cuenta mía, yo me conozco a todos esos malparidos”, dijo Rodolfo al ver la lista de invitados.

“Son una parranda de sinvergüenzas, es una guarida de atracadores, ladrones, meten prostitutas, meten trago, meten de todo, meten cocaína, meten marihuana y no pasa nada”

El ingeniero al ver la lista de invitados a su posesión presidencial.

Pero el nuevo jefe de Gabinete, Manolo Azuero, funcionario reciclado de la administración de Hernández en Bucaramanga como jefe de gobernanza, convenció a su nuevo estadista de la oportunidad que representaba la realización de tan fastuoso evento por su parte en el terrunio como lo vio nacer como empresario.
—Ingeniero, si hacemos la posesión aquí todas sus propiedades se valorizan, así como los terrenos que tiene reservados para nuevos proyectos —le dijo Azuero a Rodolfo mientras al septuagenario le brillaban sus ojos—.
—Eso es una delicia.
—Además, así podemos insistir en la viabilidad de trasladar el gobierno aquí.

Habían invitado a Petro, más que por una cortesía, como un gesto irónico, pues el ingeniero lo detestó cuando prácticamente el candidato del Pacto Histórico forzó un reconteo de los votos con las impugnaciones mesa a mesa en todo el país de su ejército de testigos electorales. Finalmente, el escrutinio puso como el candidato ganador al santandereano, con una diferencia menor incluso a la de plebiscito de 2016, gracias en gran parte a unos votos encontrados en Medellín, Comuna 16 (El Poblado). Lo que más le molestó a Rodolfo no fueran las manifestaciones ni el vandalismo desatado por las personas impacientes por los resultados y creyentes en un fraude, sino que lo que le molestó fue tener que contratar servicios legales electorales especializados y tener que repetir su mantra: “van a empezar ustedes los abogados a meterle güevonadas”.

Mientras ocurría toda esta preparación, el país seguía descompuesto porque entre la incertidumbre por el resultado final-estesí-paraimprimir-terminadocompleto de las elecciones y el viaje del ingeniero “Al África”, aún no se había definido un nombramiento certeramente para el gabinete ministerial. Por la mañana el ministro de Defensa ya no era Vargas Llleras sino el general Naranjo, por la tarde no él sino Fico, y por la noche Martha Lucía Ramírez; y así con todos. Antes que anuncios de nombramientos, era como jugar a un Adivina Quién; el único en firme desde el principio fue William Ospina para fusionar los ministerios de Ambiente y Cultura.

Pero la premura temporal arreciaba y no sé sabía quién iba a manejar el país, además de Rodolfo y Marelen. Por eso el dólar ya iba en $5.000, pensaban algunos atribuyendo toda la devaluación a la política.


Continuará...

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