Últimamente todo se trata
de correr, correr y correr,
de ser útil sobre la marcha,
de poseer un don o engendrarlo,
de tener la respuesta,
de saber vivir,
ni siquiera importa avanzar,
que rueguen las olas,
que la vida sonría,
que la noche nos grite
lo que tiene que ver
con volverse loca
y nos guste.
Correr, correr y correr
como un hábito de bondad
y prestigio,
siempre a tope
galopando entre pedazos
de mentiras, feas, bullosas y torpes
porque es la consigna,
siempre a mil, rodeados de ganas
sin árbitros ni metas ciertas,
pero conformes,
nos comemos mil muertes
de un bocado cada día,
y parece insuficiente,
no se sabe si mirarse al espejo
es humor, amor o rabia,
tampoco si el cielo es azul,
ligero o suerte,
que tiemblen los pasos
mientras espantan
destinos,
porque ya no tiemblo,
que entierren las dagas
en los pechos de la poesía
infinitamente,
porque ya la habito,
que corran, corran y
sigan corriendo
todo lo que puedan
y adondequiera
porque es de ustedes
el paisaje de los
accidentes.