El ruido de la humanidad
amarrado a mis zapatos,
un gusto al fenómeno
de separarme en dos pedazos
y acabar en los vertederos
sin dejar rastro, ni del que vive entero,
ni del que escribe a ratos,
he pactado con los labios
porque es de insensatos y perdidos
pactar con las manos,
he visto mil quinientas veces
el final de la película y
mil quinientas veces he llorado,
y nadie repara en que el
tipo de bruces al verso
pasa tanto tiempo en silencio,
pidiendo más espacio.

Tal vez, si escribo tu nombre
sobre la superficie de un lago
y no en la arena, cuando llueva,
pueda que las gotas reboten y canten,
tal vez, si dejan de poner alarmas
a las 4.30 y la vida se vuelve gorda
de lo tarde, los días se conviertan
en espasmos de sorpresas
y dolores de cabeza brillantes.

Tal vez, el caos siempre
será la respuesta.

El ruido de la humanidad
amarrado a mis zapatos,
la gente más hermosa que
nunca en esta calle,
y tú colgando en un llavero
que siempre se me queda
olvidado
en el baño.

Anacronismo. D.H. Corazón rojo San Juan del Cesar, Colombia

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