Ser científico o doctor (de los de verdad) también debe valer.

Mucho se habla hoy en día de la importancia de la Investigación y el desarrollo (I+D) como una de las principales herramientas para salir de la crisis que actualmente padece el mundo, para la reactivación de la economía planetaria y, de manera particular, la colombiana.

Hoy más que nunca Colombia adolece la ausencia de I+D, estamos a merced de las farmacéuticas internacionales para la producción de vacunas (esperanzadores biológicos en palabras de periodista) para enfrentar el SARS-CoV2; nuestra matriz exportadora es, salvo algunas pocas variaciones, la misma de los años 80´s y nos especializamos en commodities o productos básicos con poco o ningún nivel de transformación; cada vez es más común escuchar de plagios en documentos, investigaciones y hasta discursos, o el famoso “copie y pegue” en trabajos que van desde lo académico del colegio hasta los investigativos, pasando por intermedios como los informes de trabajo o los planes de desarrollo de las entidades territoriales (por cuenta de los cuales Cartagena del Chairá tiene un parecido asombroso con Cartagena de Indias); falsificación de títulos de pregrado, maestrías y doctorado. Nos quedamos en el discurso de la necesidad de innovar, de productos alternativos, de alta investigación, de un ministerio de ciencia (que por su ausencia parece que fuera de ciencias, pero ocultas) y llegada la hora de materializar eso, nada.

Recordaba las palabras de Andrés Oppenheimer (no me las voy a tirar de intelectual acá, honestamente yo tampoco sé mucho de él y muy pocas veces he visto su programa en CNN, pero no puedo negar que cuando vino a Colombia a lanzar su libro por allá en 2015, dijo una frase que considero de lo más atinado que he escuchado): “SI 10 MILLONES DE NIÑOS QUIEREN SER EL PRÓXIMO JAMES, DIFÍCILMENTE VAS A GENERAR UN PREMIO NOBEL”[1] . Que sentencia tan cierta y lapidaria. Lo primero que te hace preguntar es sobre tus ídolos y tu interés en imitarlos, su calidad profesional y humana, si son ídolos a quienes vale la pena imitar y por qué, qué preparación estamos recibiendo para esto y, sobretodo, si como país eso es lo que queremos. Y no es que querer ser James, Cuadrado, Mariana Pajón, Egan Bernal, Nairo Quintana, Rigoberto Urán, Catherine Ibargüen, Juan Pablo Montoya o cualquier otro deportista exitoso, Youtuber, Instagramer, Only Fanser (si es que cabe esa palabra), tenga algo de malo. Es, por un lado, si como país queremos, el día de mañana, tener 50 millones de deportistas de élite y si tendrán cabida en el mundo.  Y por otro, si no queremos (nuevamente como país) tener políticos, ingenieros, médicos, arquitectos, psicólogos, y demás disciplinas del amplio espectro formativo.

Pero para esto se necesitan modelos a seguir y es acá donde surge una pregunta sencilla ¿A quién conocemos en Colombia que sea igual de reconocido y merezca ser convertido en ídolo y ejemplo a seguir, pero en campos como la investigación, la ciencia, la política, etc? (Por si las dudas, Sheldon Cooper no vale). Con algún grado de tristeza nos deberíamos dar cuenta de que no tenemos una respuesta, o por lo menos no con la rapidez del caso de los deportistas. Y no es que no existan (aunque en la política sean una especie más escasa que el Astato), es que nuestro sistema los invisibiliza. Las novelas y series no se basan en sus vidas; los medios de comunicación buscan al charlatán que figura y registra bonito y no a quien realmente sabe del tema, investiga o genera el desarrollo; los gobernantes nombran a sus amigos o recomendados sin importar su formación, experiencia o competencia para el cargo y cerrando la puerta a quien si las tiene; las instituciones amañan sus concursos por amiguismos, y un largo etcétera que lo único que consigue es que las oportunidades, para quién tiene la formación, experiencia y competencias,  sean cada vez menos y de peor calidad.

Los resultados de esta política de la invisibilización son evidentes: la mediocridad de los dirigentes, la fuga de cerebros, la dependencia del país a los desarrollos extranjeros, la educación dejó de ser una posibilidad para salir adelante y abrir las puertas de las oportunidades, la priorización del camino fácil (y muchas veces ilegal) para poder llegar a tener los niveles de prosperidad deseados y otros tantos resultados y escándalos que, de forma cotidiana, vemos (mientras hacemos cara de asombro y fingimos no saber el por qué) en la prensa nacional y las redes sociales.

¿Qué hacemos? Lo primero es recordar que en la década de los 80´s la saga de la película Indiana Jones aumentó las matrículas en programas de arqueología en las Universidades, situación que se repitió, en la década pasada, con la famosa serie The Big Bang Theory y los programas de ciencias básicas como física, matemáticas, biología y química. Es decir que, con la ayuda de los medios, se puede resaltar, visibilizar y hacer atractiva la educación y el logro de altos niveles de formación como ideal a seguir y eliminar el prejuicio del “cerebrito”, “ñoño”, “nerd” o como quieran llamar a aquel quien por sus capacidades o dedicación, sobresale en el mundo académico.

Otra estrategia fundamental es hacer atractivo el ejercicio ético de una profesión (o cualquier nivel de formación), de la investigación y de la creación de conocimiento e innovación mediante el acceso real a las mejores oportunidades existentes. Ser científico, investigador o Doctor (pero de los de Ph.D de verdad no de los que se lo inventan, falsifican los títulos o se hacen llamar doctor solamente para alimentar su ego y creerse superiores), también debe valer.

Sancionar, así sea socialmente, a quienes hagan uso de la copia, el plagio, la compra de títulos, las mentiras en su formación o experiencia, el amiguismo y demás prácticas cuestionables. Permitir que quien quiera ser futbolista, atleta, ciclista, deportista de cualquier rama, cantante, poeta, pintor, músico, artista, pero también arquitecto, ingeniero, médico o cualquier otra profesión, técnico, científico, tecnólogo, astronauta, etc, tenga la oportunidad de serlo y realizarse como persona en el ejercicio de su opción sin más limitaciones que las que su propia imaginación le ponga pero, eso sí, sin atajos ni trampas.


[1]https://www.andresoppenheimer.com/andres-oppenheimer-si-10-millones-de-ninos-quieren-ser-el-proximo-james-dificilmente-vas-a-generar-un-premio-nobel/

Ingeniero Industrial - PhD en Desarrollo Sostenible #SustainableDevelopment #Sustainability

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