Lo que he aprendido de la guerra en Ucrania

Hay como tres personas que saben que llevó mucho antes del inicio de la guerra escribiendo sobre el tema. No me considero experto, pero sí me he informado antes, mucho durante y espero seguir pendiente. Las guerras no son raras, ni siquiera en Europa, pero esta guerra es especial por varios motivos y de eso quiero hablar.

Las guerras en Europa no son raras porque la región cultural de esta parte del mundo abarca al Cáucaso. El primer Estado cristiano del mundo fue el armenio cuando el reino del siglo IV lo estableció como religión oficial. Ahorita mismo Armenia está en una guerra que continua la de 2020. Georgia es otro caso. Uno le pregunta a alguien de allá si se considera europeo y te dice que por supuesto que sí. 2008. Quizás en este caso es por Eurovisión. También están las guerras de la antigua Yugoslavia en los Balcanes comenzando en 1991 y con conflictos latentes hasta el día de hoy. La misma Ucrania estaba en una guerra antiterrorista/independentista desde 2014.

En mi reflexión inicial sobre la guerra, su posibilidad, yo presentaba un panorama que sigo sosteniendo: es una situación generada por la OTAN y aprovechada por un líder nacionalista. La amenaza existencial llegó a un límite intolerable para el liderazgo ruso y probablemente a un punto de retorno —hoy al parecer llegamos al otro—. Todo esto visto desde el realismo como teoría de las relaciones internacionales egoísta y conflictiva, diferente al liberalismo multilateralista de cooperación, prosperidad e igualitarismo entre Estados. No, los Estados son como esa vaca de los Simpson que “si pudiera, te comería a ti y a toda tu familia”.

La OTAN y la Unión Europea en el fondo le pedían a Rusia, presionando con sanciones, renunciar a algo que ninguna Estado hace diplomáticamente: su proyección de poder en una región estratégica. Las sanciones eran por Crimea y Crimea ha sido históricamente una pieza clave del lugar de Rusia en el mundo; Crimea asegura el control del Mar Negro que da acceso al mediterráneo. Sin negociación posible y castigada, la única manera de ganar una posición ventajosa para Rusia era por la fuerza. La guerra normalmente es un facilitador o propiciador de nuevos compromisos, con el beneficio para quien vence incluido.

Eso es realismo, ganar por la fuerza lo que no se pueda por otros medios. Como se vio en el inicio de la guerra, al pretender el derrumbamiento del régimen ucraniano, Putin pretendía tener el mayor margen de negociación para asegurar sus objetivos fundamental tipo: está bien, controlo toda Ucrania, pero realmente solo me interesa este pedazo así que regresaré con unas condiciones (desmilitarización ucraniana) al resto y lo haré como muestra de buena voluntad.

Un líder, una nación

Empezando por ese escenario supuesto por Rusia, un colapso repentino del aparato gubernamental ucraniano, una de las claves fue el símbolo de un Zelenski en resistencia. Febrero fue muy diferente a septiembre y yo recuerdo a un Zelenski declarando que el mundo lo había dejado solo, como fue en parte. Yanukóvich ya había sido un presidente desertor del país (prorruso). Quedarse en Kiev mientras la ciudad era amenazada por un cerco reflejaba una o dos cosas: una evaluación positiva del balance fuerzas en el terreno y la confianza en la capacidad de resistir lo suficiente. Una actuación de Zelenski a lo Yanukóvich hubiera provocado un efecto domino de deserción y desmovilización masiva, el escenario perfecto para negociar un armisticio favorable a Rusia.

Esta guerra será con seguridad recordada como el punto de inflexión definitivo de la nación ucraniana. Un lengua y mitos lejanos pueden funcionar, pero esto es historia viva, antagónica frente a lo que se entendería ahora como una nación opresora (deshermanamiento eslavo) y, muy importante, victoriosa de resistencia. La ambigüedad o la doble filiación (ruso-ucraniana) ya será muy difícil después de esta guerra, ya no son los lejanos recuerdos de Holodomor como una anomalía estalinista sino una guerra de la esencia del imperialismo ruso.

Mapas, mapas

Me da mucha pena no contar el chisme completo pero vi en varias redacciones serias deficiencias en el conocimiento de la geografía. A una amiga periodista le señalé varias precisiones sobre los mapas que publicaban sobre la guerra con errores muy básicos, no es que fuera un nivel de detalle absurdamente precisos, eran líneas gruesas (fronteras nacionales). La cosa con esos mapas era que los tomaban y traducían de medios internacionales. Al propio Fidel Cano de El Espectador, que suele tener la amabilidad de responderme, le dije que en su editorial del viernes 18 de marzo/22 estaba un poco desfasada su noción de Europa central por la oriental.

Seguramente @paola_please estaría de acuerdo conmigo en que en las salas de redacción hacen falta profesionales de su maravillosa profesión (geografía). Los mapas son importantes porque les den cara a entidades que a veces por su solo nombre no nos dicen nada y permiten visualizar de un solo golpe, aunque pueda ser compleja, una realidad humana en un medio físico con su territorialidad, asunto medular en una guerra. Hay días en los que ha sido vertiginoso e incierto seguirle el pulso a la guerra por cartografía, pero vale la pena ofrecer mejor información al respecto teniendo en cuenta los recursos que existen.

Inteligencia abierta

Precisamente, algo que sí me parece bien diferente de esta guerra es que por su momento y ubicación ha sido la primera guerra geolocalizable abiertamente de la historia. Yo ya había viajado mucho a Crimea, por ejemplo, por Google Street. Mientras se ríen, piensen que hay personas y grupos que han dedicado miles de horas de trabajo para geolocalizar independientemente a los vehículos rusos abatidos, para decir “esto es actual y fue exactamente en…”. Nunca una guerra había tenido tanta documentación pública durante su desarrollo y esto importa porque parte de la guerra misma es la niebla de información: muchas veces por comunicaciones ni los comandantes saben dónde están sus propias tropas en un momento determinado.

En Siria se habían vistos casos puntuales de batallas urbanas donde los combatientes usaban Twitter para hacer # avisando de la presencia de francotiradores y otras amenazas, pero ahora está inteligencia y trabajo colaborativo dan relativamente a cualquier grupo organizado de analistas un panorama muy completo de la guerra con poco tiempo de retraso, a veces solo horas. Una aplicación importante de esto a nuestro contexto sería para momentos como el paro del año pasado un grupo de análisis contra la desinformación en tiempo real, por el reciclaje que se hace de materiales audiovisuales de otros momentos en la fabricación de noticias falsas.

La Europa respetable

Muchas de las situaciones derivadas de la propia guerra son responsabilidad de la propia Europa, especialmente de Alemania. La no inauguración del Nord Stream 2 quizás fue error estratégico, lo hubieran aprovechado única y exclusivamente para almacenar reservas. Como carta de negociación fue una que quemaron rápido pensando que el chantaje no es un juego para dos. En el mediano plazo antecedente Alemania tampoco tomó en serio la situación de Ucrania desde 2014 para hacer todo lo que está haciendo hoy, que incluye retrasar su apagón nuclear.

El caso de la matriz energética de Alemania y la configuración básica de su sistema productivo no es descuido. Ellos tienen la ecuación perfecta: industria altamente desarrollada + energía barata de Rusia + comercio de primer orden con la China violadora de derechos humanos pero rentable. Tampoco la desconexión entre el potencial súper-hub gasístico de España y el resto de Europa es accidental: Francia no quiere competencia para su generación de energía nuclear.

Pocos países importantes sacan la cara. Polonia no suena mucho, pero allá si están preparándose hace rato en todo nivel para garantizar su soberanía, tantos en términos energéticos y comerciales, como militares. El eje francoalemán se puede ver desplazado en este sentido con mayor político hacia Europa oriental y allí la integración y flujo en sentido norte-sur (tradicionalmente es occidente-oriente) con iniciativas como la de Tres Mares. Dejo un mapita para ilustrar

Fuente: Wikipedia

El asunto con Polonia como centro de gravedad, también con un papel central en el grupo de contrapoder interno de la UE que es el Grupo de Visegrado, es sus tendencias ultraconservadoras tan fuertes y en ascenso progresivo. Si Polonia gana importancia, la agenda progresista tenderá a verse afectada. Y Polonia con esta guerra ha ganado mucha importancia al ser buena y mayor receptora del éxodo ucraniano y al haber aumentado su preparación militar fortaleciendo el impulso que traía, no como Alemania que prácticamente le toca empezar a reconstruir unas fuerzas armadas funcionales (operativas).

Guerra del siglo XXI

Creo que es la primera guerra de entidad importante donde hay cambios doctrinales y operativos en los últimos 40-50 años, por implicar a una potencia de primer orden. No, no me refiero a Rusia. Me refiero a los gringos. Esta guerra ha sido su campo de prueba para tecnologías tan importantes como los drones en un nuevo tipo de guerra convencional. Aprovecho para desempolvar un hilo mío que no ha envejecido tan mal desde enero de 2021, recién desarrollada la guerra contra Armenia por Azerbaiyán.

Síganme para más hilos así eventualmente

El otro nivel de la guerra del siglo XXI que no se ha desbloqueado es la guerra aeroespacial porque eso requiere un enfrentamiento directo entre potencias de primer orden en ese renglón, como China-EUA.

Hasta aquí algunas de las lecciones que he sacado de esta guerra. Tal vez algún día haga un resumen comprehensivo de la misma y saque algunas conclusiones generales de la guerra como acción social.

P.S: Creo que mi última columna sobre el tema (la segunda de tres contando esta) ha envejecido bastante bien, especialmente sobre lo que predicaba de Ucrania, visto lo visto en su contraofensiva de la semana pasada: Sin vuelta atrás

Flacuchento con determinación. No estoy aquí para tener a nadie contento/a. Te tuteo.

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