Por: Alexandra Londoño Marín
AMOR NO CORRESPONDIDO Sería una desventura, y por tanto yo, un desventurado, quedarme solo con una imagen tuya, decidir perderme de los regalos que brinda la presencialidad: el contexto de tus gestos, manías, voz, lenguaje. Un complejo paquete de ser humano. Te busco, me acerco a tu puerta, hago piruetas para que me veas. Quisiera tanto, pero la negativa ante cada intento me frustra; insisto en esperar, pero esto de hacerlo inmóvil me marchita, no es mi naturaleza. Cómo le hago saber sin decirlo, que no me voy a rendir tan fácil; que decir no, es muy temprano aún. Sí, hablo de amor, de ese no correspondido que espera paciente, con un poco de suerte, el olvido. MIS VIEJOS Tú y yo, separados físicamente por capricho humano, somos almas solitarias, un cuerpo derivado de otro. En el nombre del amor y las buenas intenciones, hemos tropezado formando el adulto del mañana. Tarea ardua en camino empedrado para muchos. Tu legado presente y latente, lo lindo, lo que enternece y ablanda así cómo duro, lo que quisiera olvidar y omitir, es parte inherente de mí. Aunque la apariencia se deteriore y el genio se asiente, te quiero sincero. INMARCESIBLE Buscando en la memoria tangible de los escritos y los objetos, me reencontré con un par de flores que había guardado con amor e ilusión entre las hojas de un cuadernillo. Hizo de las suyas al recordarme tantos momentos especiales del pasado, por supuesto evoco sentimientos, pensé y concluí: que alegría tener recuerdos, que bendición abrazar una historia y que te mueva las fibras, que sanador y necesario es ir en retrospectiva y que no duela ni haga mella los "no fue", que salvación verse florecer después del desamor.