¿Cómo se sienten? Ha sido una semana particular ¿no les parece?
Después del torbellino de emociones del domingo con el resultado electoral, hemos pasado a hacer, escuchar y leer una serie de análisis y reflexiones frente a lo que significa que Francia y Gustavo pasen a liderar el gobierno. Y los nombro en ese orden porque estoy convencida de que, sin Francia Márquez, hoy Gustavo Petro estaría contando una historia muy diferente.
Si hablamos de los retos que se vienen, sospecho, casi con certeza, que los próximos 4 años serán muy difíciles. Por un lado, porque Iván Duque deja el país en muy malas condiciones, aclarar las cuentas y poner la casa en orden no solo va a tomar tiempo, sino que va a enfrentar barreras importantes. Yo no soy tan optimista en que la derecha vaya a hacer un ejercicio de oposición de altura, me temo saboteos que pueden hacernos la vida más difícil de lo que ya es. Eso me preocupa y espero equivocarme. Por otro lado, porque lo que representa Francia Márquez hará que para muchos sea un periodo de gobierno muy incómodo.
Como han dicho, la campaña fue de por sí muy agresiva. No creo que se pueda decir que la más violenta considerando que parte de la celebración fue que el candidato de izquierda llegó vivo a segunda vuelta, pero si fue agotadoramente agresiva. Ahora, después de las elecciones, estamos viendo mucha gente exageradamente cómoda en sus lugares privilegiados, incluso desde la impunidad y una de las grandes expectativas es que se incomoden, no por hacerles mal, sino porque para lograr una “reconciliación” es necesario que su “vivir sabroso” no dependa de hacerle daño a los demás y salir impunes.
Los despidos vía WhatsApp, por escrito y en respuesta a los estados de las personas que votaron por Petro, dan cuenta de la comodidad de estas personas en la impunidad. El Estado los ha favorecido y ahora con toda tranquilidad despiden a la gente injustificadamente y por escrito. Que las y los periodistas consideren que un cuestionamiento incómodo es preguntarle a Francia si se va a mudar a la casa de gobierno para así vivir sabroso, solo da cuenta de que ellas y ellos están muy incómodos con su presencia y no tienen idea de como tratarla con respeto, pues nunca lo han hecho con las personas que ella representa. Sí, la vicepresidenta de Colombia es una mujer negra, víctima del conflicto armado, líder ambiental, que ha trabajado como empleada de servicio y que se hizo abogada a pesar de las barreras socioeconómicas que encuentran la mayoría al querer acceder a la educación. Y, además, enfoca su plan de trabajo desde el feminismo. En palabras de Vanessa Rosales, Francia Márquez es, en este momento, una mujer incómoda.
Será incómodo para ellos ser oposición y por el bien del país espero que asuman ese rol con responsabilidad. Están aterrorizados por el cuento que han pregonado sobre volvernos Venezuela y en esa medida, me parece importante resaltar que, entre los grandes responsables de la tragedia venezolana, están los que se ubicaron desde la oposición, la institucionalidad fue primero abandonada por ellos y luego apresada por Chávez. Cómo decimos cada 4 años, necesitamos que al gobierno le vaya bien para que a todos nos vaya bien.
Será incómodo también para quienes harán gobierno. Muchas y muchos de quienes están allí tendrán que moderarse y empezar a actuar con la altura que el lugar otorgado exige. Será incómodo para los seguidores fieles de Gustavo Petro que tanto enuncian la necesidad de un cambio y ahora la demanda es morderse la lengua e invitar a la escucha en lugar de ir insultando a todo el mundo. Será incómodo para quienes votamos por Petro sin ser ‘petristas’, pues tendremos que lidiar y seguir cuestionando esos ‘sapos’ que nos tocó tragarnos para darle la presidencia a Gustavo Petro mientras somos objetivo de los señalamientos y acusaciones por los errores que cometa el gobierno, que seguro existirán.
Francia y Gustavo tienen por delante retos enormes, empezando porque reciben un país golpeado por una pandemia cuyo manejo deja mucho que desear y cuyas instituciones han perdido legitimidad. Pero como sociedad, hayamos votado o no por ellos, tenemos un reto muy grande para poder mejorar, aunque sea un poco, nuestras condiciones de vida, necesitamos escucharnos y reconocernos.
Este es un país herido y cuando se reconoce eso, podemos entender que “vivir sabroso” no se trata de pasar el día rascándose el ombligo en una hamaca. Francia explica que vivir sabroso es vivir sin miedo y para eso no podemos seguir pensándonos como enemigos, sino como partes de una historia compartida, aunque no seamos amigos y no nos amemos con pasión y locura.
Para escuchar no es suficiente con reconocer la mera existencia del otro – cosa que muchos ni siquiera hacen -, sino que es necesario reconocer el lugar que yo estoy ocupando en mi posición de escucha y eso implica hacer el incómodo ejercicio de dar cuenta de que mis privilegios son míos y muchos, aunque se definan como derechos, no hacen parte de la cotidianidad de la gran mayoría. Por eso a Marta Lucía nunca le preguntaron si se iba a mudar al ocupar la vicepresidencia para poder vivir bueno, pero si a Francia.
Para reconciliarnos vamos a tener que vernos, escucharnos y reconocernos, no como iguales, sino como diferentes y eso es incómodo porque nos han enseñado que “todos somos iguales” y bajo ese lema la discriminación ha encontrado toda su fuerza invisibilizando todas las violencias. Vamos a necesitar la disposición para darnos cuenta del machismo, el racismo, el clasismo, la xenofobia que hay en nosotros, para poder corregirlo.
La idea de reconciliación no es la que lideraba mamá cuando peleábamos con el hermano que nos mandaban a hacer silencio, disculparnos y abrazarnos. Aquí la reconciliación es una postura política en la que se tiene disposición para una convivencia basada en el reconocimiento respetuoso del otro y al ser postura política, no podemos pretender que dependa únicamente de quien piensa diferente, sino que debemos asumir la responsabilidad propia en el ejercicio de construir país. Siempre dije que el voto es un ejercicio individual y egoísta, y me sostengo. Aunque digamos que votamos por las y los nadies, realmente votamos por las convicciones propias en las que caben o no, esas personas y sus realidades. Pero lo que le sigue al voto, si es colectivo, es la co-construcción y la convivencia y de eso somos responsables todas, todes y todos.
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