Como lo anticipé en una columna anterior “El ejercicio de la política para los políticos consiste en llegar al poder para ser gobierno y/o mantenerlo si ya se está en él”. A veces, para buscar cambios necesarios para la sociedad y otras para el ejercicio del poder por el poder mismo. En la columna anterior hablaba sobre el acercamiento entre Gustavo Petro y el pastor Alfredo Saade, no solo como un acuerdo político sino como un transaccional de burocracia frente a número de votos efectivos – feligreses en este caso – que pueda aportarle el uno al otro.
El derrape de esta semana en la coalición – si se quiere – del Pacto Histórico, tiene que ver con los acercamientos del ex alcalde y ex gobernador de Antioquia Luis Pérez Gutiérrez y la figura más visible del pacto histórico, el senador Gustavo Francisco Petro Urrego. Pero vamos por partes, en primer lugar es menester recordar que hubo una Ola de indignación cuando Saade llegó a las toldas del pacto histórico y debido a esta anunció su salida. La ola cesó y luego el pastor regresó de entre los muertos como Lázaro e inició una nueva ruta en el pacto de la mano del senador Petro. No importó que fuera un pastor antiderechos, que fuera homofóbico e incluso que invitara a María Fernanda Cabal en medio de su tusa electoral en el Centro Democrático. Saade volvió y ya no hubo indignación; esa fue la prueba de escritorio, porque los alfiles y defensores tanto del pacto como de Petro, hicieron gala de sendas defensas alrededor de la visión y la misión de hacer un pacto con los diferentes – ¿como cuota inicial de lo que vendría? – y el tema paró allí. Saade es parte del pacto les guste o no, es el mensaje entre líneas para sus seguidores.
La prueba ácida vino esta semana, Luis Pérez Gutiérrez, el de la operación Orión en Medellín, el de los vínculos con los Suarez Mira, el apodado Luis XV, el que ha estado en la mira de los Estados Unidos por supuestos vínculos con la oficina de envigado, aterrizó en el pacto histórico. La ola de indignación no se hizo esperar ante la foto que mostró Isabel Cristina Zuleta, quien fuera conocida como parte del movimiento ríos vivos que defiende los derechos, entre otras, de las comunidades afectadas por hidroituango, donde Pérez tuvo que ver, al menos en su papel de gobernador y de la que salió airoso junto con Federico Gutiérrez ambos cercanos al ex presidente Uribe – ¿curioso no? – de hecho, Pérez ha sido más Uribista que el mismo Fico y su carrera política se consolidó en el gobierno de Álvaro Uribe, así como su cuadro político en el partido liberal por Antioquia.
La mecánica electoral colombiana funciona muy fácil, ustedes (nosotros) elegimos y otros deciden (gracias Rafa López por esa frase, hace mucho años quería usarla) y al final las votaciones se cuentan en eso, votos, no en likes, en views, o en shares en redes sociales, la vaina funciona con votos. Petro perdió en contra Duque por 2.351. 240 votos y de esos, millón y péguele se los puso Antioquia. Pérez puede moverlos y Petro lo Sabe, al final la ola de indignación será cambiada por mecánica electoral y una ética bastante utilitarista, llegar al poder por el poder. Ser gobierno.
Bajo esta lógica, expresada por Nany Pardo en uno de sus trinos, citando uno de Iván Cépeda en donde llamaba a una ética kantiana más cercana a lo que el maestro Gaviria (el bueno) hubiera expresado, estamos ante un ejercicio del poder por el poder. Hay que ganar y al parecer no importa cómo. La pregunta entonces es: ¿y las comunidades del movimiento ríos vivos fueron utilizadas?, ¿Se justifica de alguna manera que representantes como David Racero defiendan estas alianzas?, ¿La posición del resto puede ser más vehemente? Porque salvo Alejandro Villanueva (hoy exiliado), Iván Cepeda y un par de representantes del polo que están en el pacto histórico, la mayoría han dicho que si que terrible, pero que ratifican el pacto. ¿Entonces? Es terrible o ¿no?
En el ejercicio del poder por el poder hay una lógica, y en todos los movimientos políticos y sociales hay estrategias de dominación, Weber plantea tres tipos de los cuales la del líder de la Colombia humana, cumple dos. La dominación tradicional propia del patriarcado (y no nos digamos mentiras, el patriarca inventor de un nuevo tipo de feminismo es Petro, dicho por ellos mismos) y la dominación carismática, que está fundada en características únicas – mágicas si se quiere- como las que tuvo Uribe en su momento frente a la seguridad y como las que presenta Petro y los urgentes cambios que requiere la sociedad, porque solo él puede encabezarlos (de lo que además creo que es capaz) pero en ultimas estas características de reformador, de héroe, de conquistador, de ser el único que llena plazas y convoca muchedumbres!!! Se pierden al saber que al final hace los mismos acuerdos políticos con los políticos tradicionales para cambiar la elite dominante de una sociedad de instituciones políticas y económicas extractivas que no va a generar un cambio – como el que ninguno de los que están en la palestra generará – estamos ante un escenario de desesperanza y desazón. Luis XV saldrá y volverá sin que pase nada, pero los cambios que requiere Colombia se quedarán en la retorica y las comunidades seguirán siendo manoseadas por quienes quieran llegar al poder por el poder.
Finalmente Marx lo decía: “Estos son mis principios y sino le gustan mis principios tengo otros.” Groucho Marx
Adenda al Centro
La coalición Centro Esperanza, ¿de esos no hablamos? Obvio. Es necesario, porque si la coherencia en el pacto histórico está perdida, en el senador Robledo no aparece por ningún lado. Hace cuatro meses había dado fuertes declaraciones sobre el papel de Alejandro Gaviria como ministro de salud y dijo que no se veía en el mismo proyecto político con él. Mi mamá decía que: “la lengua es el azote del culo” y eso le está pasando factura al senador de Dignidad, que como que solo la tiene en el nombre del movimiento, porque debería ser coherente y consecuente con sus palabras y hacerse a un lado. ¿Por qué no se va? Mecánica electoral, él sacó casi 230 mil votos en las pasadas elecciones superado por Antanas Mockus y Álvaro Uribe. Robledo, es necesario por algunas de sus posiciones y por su “carisma electoral” representado en esos 230 mil electores – feligreses o clientes en los casos de Saade y Luis Pérez-.
El domingo pasado llegaron a un acuerdo y lo plasmaron en siete puntos. En el último punto dice textualmente “Solo podrá haber apoyo institucional de los partidos que compartan la visión de país que se refleja en este acuerdo de centro” abriéndole una ventana al partido liberal. Al final, este acuerdo programático en el Centro Esperanza y la llegada de Luis Pérez al Pacto Histórico, al que mejor deja parado es al partido liberal, que aún no ha definido su mecanismo para repartir avales y listas para senado y cámara, que deben pasar por las manos de César Gaviria. Que de nuevo tendrá el poder de ver con quién se toma el café, porque los avales son el aceite de la maquinaria y la maquinaria se va a necesitar para materializar los cálculos de cada lado.