Hoy te vuelvo a soñar, casi a escondidas
robándole sus noches a la muerte
y ese beso negado por mi suerte,
reverdece en la sal de mis heridas.
Intento abandonar tu infiel saliva
aunque sea la tinta de mis versos,
pasión, mar carmesí de mi universo,
frenético velero que me aviva.
Pero levanté torres de Babel
en el pensil fulgente de tu pecho;
por mi cuerpo cayó tu abecedario.
Bebí de tu cicuta como miel
tu frío adiós dejó en jaque mi lecho,
Y así escondí mi amor en el armario.