La lluvia es nuestra,

las piedras, los ladridos,

amanecer diferente al resto,

ser parte del resto,

vestirnos de otra cosa

por amor y por error,

casarnos cada noche,

las calles, una a una,

han sido nuestras.

Esta sensación de llegar

tan propia del mar

y esta manía tan

lunática de desaparecer,

como tocar y perderse

a la vez,

Y sin duda

nos perdimos en

las pequeñas cosas. 

La lluvia te prende

cada célula rota,

y aprendí a ser parte

de ese espectáculo,

supe elegir al viento

rozando tu espalda

por amor y por error,

tocando cada sentido

expuesto a la luz.

La lluvia siempre fue

nuestro puente.

Y hoy lo sigue siendo

aunque sea yo quien

lo cruce solo.

Ingeniero y poeta Juniorista San Juan del Cesar, Colombia

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