Escucho tu voz desde las montañas
floto en polifonía de tu risa,
hablas y dejas sin tiempo a la prisa;
Es dulce milagro que me acompaña.
Qué tu palabra acaricie mi piel
que sea ventana, mi última mirada,
recuerdo de amor, letra envenenada,
lengua ardiente en la torre de Babel.
Qué no me falten tu voz, ni tu vida
navega fiel tu risa hasta mi orilla
balada del viento sin despedida .
Tus versos que moldean como arcilla
son la salvación para las heridas;
¡Si me hablas corazón, mi mundo brilla!