Entre escucharme lejos

y no sentir mis pasos

me olvidaron las mañanas,

los rosales, las montañas

que rodean a este pueblo

marrón, crudo y mostaza,

porque odio a las jaulas,

al canto forzado, a la pena escrita,

odio a mi dedo del medio,

recalcado, hinchado

y sin poder moverse,

muerdo los ojos de la gente

rescatando a la madrugada,

esa que se encarna en los ojos

y es alcohol,

y vuelvo a no escribir

como atado al esclavo,

un mes, dos, tres meses

endulzado con las voces

en bajada,

¡toda la vida si quisieras!

me dice mi vida

como si mi corazoncito

viviera.

Me saludan después de tiempo

las cosas que quise,

me muero lejos bien muerto

con hambre de verme,

calculo los pasos hasta el parque

y vuelvo a estar frente a frente,

¡toda la vida si quisieras!

me dice mi vida entera

como con ese gusto

de perder la cabeza.

Parece que dejé de parir poemas

y andaré vivito entre jardines

y la niebla.

¿Toda la vida si quisiera? ¡Toda la vida si quisieras!

Ingeniero y poeta Juniorista San Juan del Cesar, Colombia

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