Dejé Valledupar con la lluvia

siendo un papel en blanco

que te persigue,

las nubes fueron dragones

durante todo el camino,

un turpial hizo olvidar

mi nombre varias veces

y el frío viento

logró que se perdieran

algunas cosas

en el lugar donde se secan

los ríos,

sonaron dos, tres, cuatro

canciones a puro acordeón

“venteao” y pulmón indígena,

yo me entretuve con el verde

a los lados que bailaba al son

y por el retrovisor

seguí a la lluvia blanca

conquistando el horizonte.

_

Solo una gota me hizo caer

en la salsa de que este

paisaje fue el mismo

en el que viajé ayer,

sigue igual,

eso sí, con otro ritmo

sin dudas danza distinto,

porque ahora contigo,

_

Porque ahora y después.

Anacronismo. D.H. Corazón rojo San Juan del Cesar, Colombia

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