Dejé Valledupar con la lluvia
siendo un papel en blanco
que te persigue,
las nubes fueron dragones
durante todo el camino,
un turpial hizo olvidar
mi nombre varias veces
y el frío viento
logró que se perdieran
algunas cosas
en el lugar donde se secan
los ríos,
sonaron dos, tres, cuatro
canciones a puro acordeón
“venteao” y pulmón indígena,
yo me entretuve con el verde
a los lados que bailaba al son
y por el retrovisor
seguí a la lluvia blanca
conquistando el horizonte.
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Solo una gota me hizo caer
en la salsa de que este
paisaje fue el mismo
en el que viajé ayer,
sigue igual,
eso sí, con otro ritmo
sin dudas danza distinto,
porque ahora contigo,
_
Porque ahora y después.