Funciones manifiestas y latentes (contracolumna)

Trato de hacer un ejercicio. Leer deliberadamente a petardos. A veces falla, como con cierto respetado académico paisa que se dedica a llamar narcoterrorista a Petro en El Colombiano, pero hago el intento. Moisés Wasserman, venerado como corresponde a un exrector de la nacho, se vuelve cada vez más difícil en este ejercicio que hago para evitar caer en la masturbación intelectual de leer únicamente a mis amiguetes y figuras de admiración. Todavía no me rindo con él, sí con Juan David Escobar Valencia.

Wasserman la semana pasada escribió en El Tiempo ‘Progresistas contra el progreso’ que lleva como gancho “Es más progresista quien actúa en contra de la pobreza que quien se indigna pero no hace nada.”. -Bueno veamos sí cita alguna experiencia interesante de superación de la pobreza -me dije, esperando encontrar algo que no hallé. La verdad es que a veces los problemas se pueden atacar por muchos puntos y hasta he visto experimentos donde proponen la (neo)liberalización desde abajo y funciona para entornos y grupos acotados.

Nada de eso para recompensar de mi actitud ‘open mind’. Empezando por el uso del lenguaje; usó de forma indiscriminada el término ‘partisanas’ para hablar de la actitud de hinchas (furibundos, supongo) en la polarización de la campaña electoral actual. Todo para recalcar que la identidad es asumida por las personas como un punto de anclaje para la movilización política más atrayente que la ideología y seguidamente acusar al progresismo de contradicciones antiprogresistas en un sentido de libertades.

Así entiendo por qué hay tantos que asumen el progresismo como una identidad, aunque sus posiciones a veces sean francas enemigas del progreso. Uno puede refugiarse bajo esa identidad paraguas, aunque tenga posiciones autoritarias y despóticas, o esté contra la autonomía de las mujeres y contra los derechos de los homosexuales, aunque toda su vida anterior haya militado en partidos reaccionarios y defienda doctrinas obsoletas y fracasadas, aunque todavía eduque a sus hijos con el rejo, aunque crea que el mejor futuro es el que más se parece al pasado. 

Luego, se le ocurrió meter un episodio de Francia Márquez acompañando a una comunidad en un ritual invocador de la fertilidad del campo, previamente a la siembra, para introducir una comparación en la que se confrontaba esa experiencia con una que contara con el apoyo técnico de Agrosavia (con nombre propio) —entidad que reemplazó a CORPOICA, Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria— que:

recibe instrucciones para enviar muestras de su suelo y a vuelta de correo recibe los resultados del análisis químico y recomendaciones sobre cómo mejorar el terreno con abonos y qué sembrados son más convenientes para su localidad y el régimen de lluvias estimado. Si el campesino es más osado aún, usará semillas resistentes a plagas y con productividad mejorada. 

Concluye lapidariamente que “La primera estrategia está promoviendo la pobreza y el hambre; la segunda, el bienestar”. La primera es el ritual de fertilidad, claro. Bueno, además de confundir progreso con progresismo que es lo mismo que confundir modernización con modernismo, es decir, técnica con pensamiento, no entiende qué es un ritual y para qué sirve. Un ritual no fábrica ningún producto tangible transable y en el contexto sacro sus productos no son transables (una hostia consagrada para los católicos, por ejemplo) y sus efectos se limitan a los participantes por medio de la creencia o apego al ritual, por eso también existe la herejía en contextos religiosos. No, un ritual sirve para otras vainas.

Como bien lo sabemos los sociólogos, la sociedad es una moneda con dos monedas conservación y transformación (estática y dinámica, decía Comte), conflicto y cohesión. Muchas veces nos ven como los marxistas (analistas) que siempre vemos la disputa, pero es igual de importante para entender un contexto y una sociedad cómo las personas se unen, tiene lazos solidarios y mantienen relaciones de cooperación voluntaria. En ese sentido el ritual hace parte de la vida social asociativa, por llamarla así y parte de su eficacia es que se sienta y se represente así, sin una racionalización excesiva por parte de quienes participan (creyentes).

Hay un sociólogo gringo que nos explica eso con el par de conceptos del título. Las funciones manifiestas son las atribuidas por actores de la acción social, y las latentes son las que inicialmente puede identificar un guapo observador sociológico :guiño: . Digo inicialmente porque los discursos se reintroducen en la vida social para tener efectos. Ejemplo. La educación es para formar sujetos (manifiesta) y produce una socialización secundaria que refuerza al grupo o permite el acceso al mismo (latente). Con el tiempo los actores de la acción social identifica a la función la latente hasta volverla manifiesta por la conciencia de sus resultados, conciencia que puede ser más o menos elaborada bajo un discurso racionalizador o racionalista. Meter a los pelados en el colegio adecuado para responder de manera satisfactoria la pregunta por el colegio del cuál la persona es un clásico ya.

Eso que nos enseña Merton aplica claramente para el caso del ritual de la fertilidad pues uno no puede creer tan literalmente que la gente se reúne para que los frutos de la cosecha sean más y mejores; el ritual en un contexto rural puede ser la misma reunión de la gente, pues reunirse viniendo de veredas distantes a un punto concreto puede ser en sí mismo todo un proceso contra la geografía. Todavía por culpa de cosas como lo de Centros Poblados no hay muchos rituales de este tipo por Meet para ahorrarse horas de caminadas. La gente se re(une) para intercambiar información, echar el chisme, saber cómo están los precios de los insumos y a cuánto están pagando el producto, qué han decidido la cooperativa, cuál es el próximo convite veredal, dónde es el siguiente trabajo comunitario y la próxima fiesta, si hay actores armados nuevos o cuál es el nuevo jefe y sus condiciones, además de las cosas de los afectos —puede ser que por falta de estos rituales en mi vida es que yo no tenga novia—.

Pensar el campo con productores reducidos a esa categoría, completamente tecnificados y en una carrera de productividad es el sueño mojado de la agrotecnocracia: no pare para huevonadas de campesinos crédulos, produzca y en forma. Pero no, la gente en el campo necesita mucha solidaridad horizontal porque el Estado y hasta a veces la institucionalidad fuera del mismo le traiciona, como en el caso de los cafeteros que reseñé hace un tiempo. Arrieros son y en el camino se encuentran, para ayudarse. También es una utopía porque eso es meterlos, atraparlos, en su cadena de valor, que los campesinos se vuelvan dependientes de esa asistencia y su cadena de producción; semillas que se vuelven un matrimonio perpetuo por ser más productivas pero amarradoras (diseñadas para tener que comprarse nuevamente cada vez y protegidas como propiedad intelectual); insumos que vienen negociados en gran cantidades desde afuera para su distribución por parte de monopolios privados que no tienen otra que subirlos cuando lo mismo lo hacen las materias primas o la especulación lo permite; y en, suma, una situación de dependencia que no se da para asegurar el bienestar del habitante rural sino para consolidar una clientela amarrada a productos y servicios.

Creo que Marx Weber llamaría a eso parte de la jaula de modernidad. El sujeto vive el progreso, pero más para el progreso y a pesar del progreso, entendido como un marco de acción social que encierra dentro de un esquema tecnosocial. Ese esquema obviamente no es neutro e involucra relaciones de poder y dominación. Así de claro, mamertamente, si quieren. Wasserman tampoco es neutral, el tipo es un promotor de esa corporación citada —dime para quién trabajas y te diré cómo opinas—. Le veo más intereses ideológicos y hasta económicos que a Francia, o los mismos ideológicos si contraponemos el ‘vivir sabroso’. Personalmente considero que antes de querer a un campesino hiperproductivo, necesitamos una ruralidad con condiciones mínimas dignas que incluyen asuntos hasta necesarios para pensar en escalar esa productividad ¿Cómo putas puede ser productivo un campesino que se enferma porque no cuenta con agua potable o por otras tantas falencias de servicios en su contexto que podrían solucionarse con la plata que hay que invertir para el progreso social?

Gracias por leer, especialmente al señor zoociólogo Jairo González.

Flacuchento con determinación. No estoy aquí para tener a nadie contento/a. Te tuteo.

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