Joe Iano – Escritor y Fotógrafo
A lo largo de un gran río. En la tarde con luz del sol baja y amarilla. Las sombras crecen, cada vez más largas.
Mis compañeros ¡dos hijos! se han ido, lejos. Y aquí estoy yo. Sin nadie y ni nada familiar.
Siempre llevamos la soledad adentro. A veces la reconocemos, pero más frecuentemente preferimos fingir que no está. Quisiéramos olvidarla, o, quizás solo le permitimos aparecer en nuestros sueños, en los sueños fríos, en la noche, en la oscuridad.
Hay menos luz y hace más frío. ¿Por dónde voy? Paseo sin plan.
De repente estoy frente a la estación del tren
…he estado aquí antes.
Encuentro un scooter y lo monto a otro barrio
…¡recuerdo esta ruta!
Me bajo y paso un café que está cerrado
…pero ¿ayer, anteayer? almorzamos aquí.
Estoy frente a un bar. Puedo oír música de jazz desde a dentro
…sí, la otra noche bebimos aquí.
¿Por qué estoy aquí? La estación, el scooter, el café, el bar, la música. No subo al tren, no estoy comiendo, no bebo, no voy a escuchar música. ¿Qué estoy haciendo? No hago nada, pero aquí estoy…
Por fin entiendo. Estoy recorriendo nuestros pasos. Estoy visitando ahora, solo, los lugares que visitamos antes mis hijos y yo, juntos. Los lugares donde bebíamos, comíamos, hablábamos, nos sonreíamos.
Ahora, solo, en la noche, en el frío y la oscuridad, buscando los recuerdos, los momentos cuando el corazón estaba lleno.
Anhelo el hogar.