Desde hace un par de semanas hemos visto el debate que se armó en torno al documento de visión política del Pacto Histórico sobre el abordaje que este gobierno dará a las ciencias. Y muchos escribieron su opinión al respecto. Me estaba picando un poco el tema y decidí escribir al respecto porque aquí en los Juanetes todos tenemos un pasado oscuro.
Yo soy zootecnista, una profesión arraigada en las ciencias de la vida y de la tierra, un positivista de formación al que la visión técnica de la carrera no le alcanzó para entender las complejidades del mundo rural y que terminó posteriormente estudiando sociología. Decidí estudiar sociología por varias razones: 1) las ciencias naturales no pueden explicar fenómenos sociales que parten de los valores y las motivaciones de las personas (que sí, que a través de lenguaje natural se puede modelar y se puede predecir, pero esa es otra discusión) 2) Toda la carrera escuchamos la carreta de la relación suelo-planta-animal o genotipo + ambiente = Fenotipo, pero en estas discusiones nunca había gente. El sujeto epistemológico que apropia, crea y genera nuevo conocimiento no estaba por ningún lado, el campesino o el productor, terminan siendo una variable más del sistema de producción que no es determinante para el funcionamiento del mismo. Pero eso es mentira. Una gran cantidad de nuestros profesores nos mintieron (rescato a tres o cuatro que no lo hicieron y que fueron los que particularmente más influenciaron mi proceso formativo) el no saber y no entender cómo podría ser un mejor zootecnista, me llevó a estudiar sociología y ahora soy zoociólogo.
Tengo un pie en cada bando de la discusión de estos días y aunque podría tomar partido por una de las visiones, prefiero mirar desde de las nubes con desdén y decir que ambos espectros se necesitan y son complementarios. Por ejemplo, una problemática que surge de estos contextos académicos es en ocasiones que la investigación, la transferencia del conocimiento y tecnología en las ciencias pecuarias; han llegado a ser tan específicas que presentan un grado de desconexión entre la utilidad de lo que se investiga y/o la forma de aplicarlo a la realidad de las comunidades rurales y campesinas del país. Es decir, pasa lo mismo que con el queso Gruyer, el de los huecos de Tom y Jerry, entre más queso, más huecos, entonces entre más queso… menos queso. En las ciencias agropecuarias entre más específico el conocimiento a veces también es más inútil ante la realidad del país.
La vida real, en ocasiones dista mucho de las aproximaciones vistas en aulas de clase. En la vida real de la mayoría de los campesinos colombianos, el ácido linoleico conjugado (CLA) no reviste mayor importancia, como tampoco la tienen el efecto del fotoperiodo sobre la producción de huevos, la entrada al puerperio de las novillas o el desarrollo de la testosterona en los machos. De hecho, el estudiar fenómenos sociales del campesinado víctima del conflicto armado en los territorios nacionales, puede también llegar a ser un tema menor en la especificidad de las ciencias pecuarias, eso lo dejamos a las ciencias sociales, que son más adeptas a ese tipo de investigación.
Sería importante, entonces, reflexionar a partir de esta “nueva realidad” – la que no se muestra en aulas de clase – las palabras de Pierre de Zutter (2016) en Mitos del Desarrollo Rural Andino “¿Qué pasaría si, en lugar de querer imponer nuestra racionalidad y nuestras metas, buscamos comprender lo qué es, lo qué quiere y lo qué piensa poder hacer el campesino o el productor agropecuario, a fin de poder dialogar con él y partir de lo suyo, colaborando en sus esfuerzos por alcanzar lo qué es realmente posible y no lo voluntaristamente programado por nosotros?”
Uno de los retos más importantes en los países en vías de desarrollo, consiste en maximizar el acceso a la equidad e igualdad de su población, garantizando servicios de salud, educación y alimentación, disminuyendo las brechas existentes entre clases. El cambio climático, obliga además a que deban realizarse procesos de adaptación permanente que equilibren sistemas de producción y conservación ambiental, de tal manera que todos los procesos deben ser sostenibles en el tiempo. Entonces deberíamos preguntarnos como docentes e investigadores: ¿estamos contribuyendo a generar procesos de igualdad y equidad en el campo colombiano?, ¿parte de nuestro ejercicio docente e investigativo genera la resolución de problemas del campesino?, ¿estamos contribuyendo a la generación de procesos sostenibles?, ¿o nos preocupamos solo por la dimensión económica de la sostenibilidad?
La teorización de la realidad es necesaria para dinamizar la práctica, es decir, definirla como un resultado de la resignificación de la naturaleza y de su conocimiento, y no lo contrario. Sin embargo, la especialización del conocimiento ha llegado a tal punto que se investigan cosas sensiblemente importantes para el avance de las ciencias y la investigación en el país, pero que son difícilmente replicables o aplicables en nuestro caso.
Esto se hace aún más evidente en aulas de clase. Desconectar a la academia de la ruralidad y de la realidad social del país, de alguna forma nos aísla del momento histórico que vive Colombia – depende mucho también de la escuela – ¿están los docentes e investigadores comprometidos con la realidad rural del país?, Realidad que los estudiantes que se están formando deberían ayudar a transformar, una vez terminen sus compromisos académicos.
Si les preguntara a ustedes “¿de dónde viene la leche?”, ¿cuál sería su respuesta? De la vaca! De Carulla! De la tienda! Eso depende de la visión del paradigma con el que usted analiza su entorno. Tomas Kuhn, definió el término como: “un paradigma es lo que los miembros de una comunidad científica comparten, y, recíprocamente, una comunidad científica consiste en hombres (y mujeres) que comparten un paradigma” (Kuhn, 1962, pp 33 y ss), esto lo que quiere decir en términos generales es que un paradigma es un conjunto de valores y conocimiento compartidos de manera colectiva por una comunidad especifica. Mas o menos como un Melrose Place de las ciencias, en donde se conforman comunidades del mutuo elogio que miran a los interdisciplinarios como fenómenos raros.
Pero quiero decirle querido lector que la leche viene del sol. Sí, la leche viene del sol porque, efectivamente, la leche viene del sol. El objetivo de mi postulado, está relacionado directamente con el flujo de energía en los agroecosistemas, y no es otro diferente a demostrar que epistemológicamente desde las ciencias naturales (agropecuarias en mi caso) se desarrollan contenidos conceptuales muy fuertes basados en el enfoque analítico – posiblemente reduccionista y fragmentario – debido a que las clases, investigaciones y bibliografía que se desarrollan al respecto conservan el enfoque analítico, en el cual se describen con precisión y detalle las características y funciones de las moléculas, tejidos, órganos, etc., sin que se repare en el funcionamiento global del sistema incluidas las interacciones sociales.
El ejemplo de la leche es una mera formalidad y podría cambiarse a la leche por la ganancia de peso en kg, la entrada al puerperio de las hembras (bovinas, equinas, ovinas, etc.), el efecto del fotoperiodo en casi cualquier especie animal, la producción de CLA, la fijación biológica de nitrógeno, el secuestro de carbono o la producción de oxígeno y muchos otros elementos de estudio tratados desde el enfoque analítico – ahora si reduccionista y fragmentario – que mantiene una representación colectiva de una idea, que bien podría ser una cosmología o una ideología, que está basada en el método científico y que busca proponer o corroborar teorías científicas. En este sentido y siguiendo a Kuhn, esas teorías se destacan no solo por aplicar leyes, sino por subjetividades del mismo cuerpo científico en aspectos como las creencias y convicciones de estos, el periodo histórico y la realidad social, económica y política de ese grupo en particular, es decir, la ciencia no solo es la formulación o comprobación de leyes, sino lo que comparte una comunidad en términos de lenguaje, visión, valores, análisis de la realidad, entre muchas otras cosas que también están llenas de subjetividades.
Joel de Rosnay (1977) propuso la utilización del concepto de ecoenérgetica para manifestar a través de este, la necesidad de un enfoque global que estuviera consagrado al estudio del flujo de energía en la sociedad. La energía fluye en los ecosistemas de forma unidireccional – porque en gran medida viene del sol –. Los ecosistemas se encargan de capturar y transformar esa energía que ingresa a la biosfera como energía solar y se convierte por acción de organismos fotosintetizadores (plantas y algas) en energía potencial. Esta energía potencial es almacenada como biomasa y compuestos químicos. Básicamente la producción agropecuaria mucha de ella realizada en áreas rurales de países en vías de desarrollo como Colombia por comunidades campesinas e indígenas, es una manipulación que los humanos (profesionales, campesinos, productores, etc.) hacen de la energía en los agroecosistemas.
Los procesos de investigación y la forma de comunicar los mismos, parten entre otras cosas, de la dependencia que existe sobre las ciencias pecuarias de paradigmas dominantes en una especie de colonialidad del conocimiento principalmente de Estados Unidos y Europa a nivel global, y de Brasil y Argentina en Suramérica – dependiendo del tipo investigación, generalmente estos son los lugares a donde vamos a terminar de (de)formarnos –. Estas visiones del mundo han ocasionado que nuestros objetos de estudio sean distorsionados o mejor desconectados de la realidad social y rural del país y se dediquen a la explicación de un fenómeno a través de un desarrollo epistemológico y no a la comprensión e interpretación de impactos y efectos positivos y negativos de esos fenómenos, por la acción que se desarrolla desde la epistemología en la sociedad.
Mi conclusión es que sí, ambos tienen razón, al final una de las cosas que amo de la sociología es que todo depende del contexto, eso me lleva a dejarle esta pregunta querido lector, ¿Será hora de que modifiquemos nuestro contexto a ver si cambia nuestra visión paradigmática o nos quedamos en lo conocido?