La era de las falsas noticias

El avance de la ciencia y la tecnología nos han permitido evolucionar como especie, asegurando nuestro objetivo de crecer, sobrevivir, expandirnos y dominar cada rincón del planeta (y algunos pedazos del espacio); desde el descubrimiento del fuego o la invención de la rueda, hasta el desarrollo seguro de vacunas en tiempo récord o la exploración espacial, la mente humana y nuestro hábito de aprender, descubrir y crear, han sido nuestra mayor fortaleza y nuestra característica dominante. Buscando un balance, sin embargo, cada avance y nuevo descubrimiento plantean el reto de no convertir aquello que somos y, aquello que sabemos, en un arma que apunte a nuestra propia destrucción; el avance del conocimiento y la ingeniería incrementan nuestra comodidad, seguridad, eficiencia y autonomía, y, (al mismo tiempo), sus aplicaciones en el dominio y la búsqueda por superar a nuestros semejantes, etiquetados como enemigos, parece ser una tarea de obligatorio cumplimiento desde la Edad de Piedra hasta la era de la información, el ocio y el conocimiento.

Aunque suene apocalíptico y fatalista, tenía la esperanza de que esta nueva era iba a conducir a las personas a un radical y absoluto cambio en la senda autodestructiva y armamentística: ¿qué de malo puede sacarse acaso al ocio, a la información y al conocimiento? Ingenuamente pensaba para mí que la oportunidad de conocer más del mundo iba a abrir nuestras mentes y nuestros corazones; pero, todo lo contrario, siento que hoy desconfiamos más de nosotros y el espacio que se abre entre unos y otros es cada vez mayor.

Paparruchas, imposturas, bulos, infundios y patrañas están a la orden del día y a disposición de todos en espacios que antes ocupaban los medios tradicionales. Cuando era pequeño, mi papá compró el primer televisor con la intención de ver las noticias de la noche y nada más y los domingos leía el periódico que llegaba a la casa antes que el señor que traía la mazamorra. Hoy ve y lee las noticias en su teléfono. Yo, en cambio, cuando inicié mis estudios profesionales me divorcié de esta necesidad abrumadora de estar al día con lo que sucede en el mundo; en parte por el tedio del tufo amarillista de los medios y también por la comprensión del manejo y control de la opinión activa que ejercían sobre el público, unas veces por intereses políticos y otras por intenciones comerciales.

El advenimiento de una nueva era y el internet pusieron muchos de estos medios en jaque y lo celebré con la idea de que una nueva era de transparencia empezaba a surgir. Hoy en día, el acceso a herramientas de edición en línea nos permite manipular las noticias o la opinión, abrir un medio independiente en dos pasos o crear una mentira que ponga en jaque a la sociedad; incluso estas líneas se escriben en un medio que hace parte de esa dinámica, y solo bastó un chiste y varios Juanetes para hacerla realidad.

Distinguir entre noticias reales o falsas es ahora una tarea que implica ser parte activa del proceso de consumo de medios, y no es fácil. Incluso personalidades, organizaciones y medios ceden a los bulos y las paparruchas por alcanzar un número de visitas que sustente su existencia o sus ideas; engañar al público es hoy más fácil que antes de entrar en la era de la información y el conocimiento y no es solo porque tengamos herramientas más avanzadas, dejamos que la ideología nuble nuestro juicio y los prejuicios nos dictan qué es creíble y que no.

Volviendo al principio, antes de terminar, diré para concluir que estamos en un momento único de nuestra existencia, los avances recientes en la ciencia y la tecnología nos acercan a una visión de la humanidad que es capaz de dominar el universo y, sin embargo, empleamos nuestro tiempo en ser agentes de difusión en estrategias de negación del conocimiento y el método científico, agentes de dudas, normalización de mitos y sembradores de incertidumbre, actores de la conspiración y soldados del imperio de control y mentiras que alguien, con mucho tiempo libre y una conexión a internet, decidió inventar como estrategia de ocio o control. El mayor avance de nuestra era es nuestra mayor arma y lo peor es que cada uno de nosotros la sostiene en la palma de su mano, apuntando hacia su cabeza, esperando presionar un botón.

Fundador por accidente de los Juanetes. Solamente alguien que desea a ratos compartir las ideas que se agolpan en su cabeza.

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