Bodegas, ¿o enjambres?

Esta semana @MarioRobertoP organizó un space bien interesante sobre bodegas y troles. Yo participé haciendo énfasis en las condiciones y las implicaciones de las denominadas bodegas para el ecosistema. Aquí expongo y desarrollo más el tema, partiendo también de la distinción que Robertico hace entre las bodegas que son fábricas de perfiles y manejos de cuentas centralizados frente a los grupos coordinados de personas reales con intereses reales. Bodegas de las primeras se han documentado con investigaciones periodísticas como aquella ganadora en los Premios Nacionales de Periodismo Simón Bolívar que hizo el periódico universitario De la Urbe en abril de 2018 sobre alias Fico (#LascuentasdeFico). También ese mismo año antes en febrero se había hecho famosa la expresión de las bodegas pero adjudicada a Petro por un deslucido candidato a la Gobernación de Antioquia y ahora funcionario del gabinete departamental (no hay quemada que por bien no venga, dice el dicho) así: “Gustavo Petro —tengo informaciones sólidas— tiene una bodega con trescientos comunnity managers haciéndole campaña todo el día utilizando troles y perfiles falsos en internet”.

Después era reconocido como Quién sacó a la luz pública “la bodega de Petro”

Aquí, podemos revisar varias cuestiones que intervienen al tiempo, a saber, la crisis de representatividad en la opinión tradicional, la emergencia de nuevos actores comunicacionales, y la acción colectiva comunicativa. Todo esto se combina y retroalimenta mutuamente, por eso es tan simplista hablar de bodegas indiscriminadamente al referirse a tendencias de opinión y más en redes sociales, especialmente en una minoritaria para el país como Twitter. Y a ese fenómeno lo podríamos llamar la ‘publificación plebeya’ con un tono que va muy de acuerdo con la campaña, pensando en alguien como Francia Márquez.

A diferencia de otros antes y ahora, como diría Peñalosa, trato de escanear permanentemente el opinómetro, que tiene su relevancia como parte del establecimiento comunicativo y más ahora que todos son expertos en política y hasta en psicología social. He visto cómo pasan algunos de un candidato a otro y siempre tienen las excusas perfectas; tanta huerfanía electoral en el camino de las consultas y pasada la primera vuelta. Pero la conclusión más importante es que el candidato más votado es el menos apoyado por los y las opinadores/as, antes y ahora. Al contrario, siempre ha sido el más atacado; yo mismo he documentado columnas abierta y directamente calumniosas contra Petro bajo el amparo de libertad de expresión. Serán biempensantes o no como ellos creen, pero en todo caso no conectan con la opinión de un 40% del electorado. Por supuesto, los ‘intelectuales’ no deben ser un espejo calcado de la opinión, a veces toca llevar la contrario, pero en su conjunto el combo de la opinadera parece lejano a las aspiraciones del público, visto lo visto.

Ahí es cuando aparecen nuestros bien ponderados influenciadores mamertos (IM). Vale agregar que no solamente es un asunto de línea editorial, sino también de formatos en un principio. Estos influenciadores vienen creciendo orgánicamente desde antes de la elección de 2018 presentando puntos de vista alternativos y con caras jóvenes; cualquiera potencialmente era un Levy o una Lalis. No son gente que se presenta con credenciales académicas o vínculos sociales reconocidos, algo que sirve mucho para acortar camino en la cúspide del periodismo capitalino. Los IM son su propio medio usando como plataformas las redes sociales, particularmente la dupla Twitter-YouTube. Ya en 2018 muchos pasaron de la crítica política al apoyo a la candidatura de Petro, casi que como algo natural y en ese entonces en un momento tardío de la campaña.

Entonces, no se puede decir que el petrismo creó a los IM. Puede bien ser que ellos antes hayan contribuido a moldear al petrismo en su forma realmente existente como lo conocemos ahora, con todo lo que ello implica. Decía yo también en el space mencionado que hay que ver a los IM también como un oficio, que monetizan. No se puede olvidar tampoco que hubo otros influenciadores del otro lado del especto que fueron ‘oposición’ y pasaron a ser contratistas cuando su opción política llegó al poder (doctor Polo Polo y Natys, entre muchas otras figuras del trolismo-uribismo). El negocio, socio. Que son groseros, que le hacen más daño que bien a la campaña, todo eso puede ser cierto. En lo personal no sigo a ninguno y evito cuentas que me los traigan porque siento que no necesito sus publicaciones en mi vida, pero hay gente, sobre todo jóvenes, que se (in)forma así y eso es válido ante la falta de alternativas y espacios con gran alcance —aquí recuerdo mi frase de batalla comunicacional: No digan que alguien no tiene voz. Lo que le falta a la gente son micrófonos, espacios, pero no voz.—.

Ahora son, pues, los IM algo más que youtubers o tuiteros. Son parte y contribuidores a una corriente de opinión. Y sería hasta raro que no se juntarán, hasta los superhéroes lo hacen. Es innato al ser humano lo gregario, ineludible. Pienso que la figura equivocada para representarlos es la bodega; se parecen más a un enjambre en el sentido de formar una unidad de acción, en este caso comunicacional. Desde que sean personas de carne y hueso seguidas por otras personas de carne y hueso no le veo misterio a que se coordinen orgánicamente. Lo que hay que revisar es para qué coordinan, el por qué ya lo he ilustrado y el cómo es pura técnica. El para qué es el mensaje y su intención. Repito, si mucha gente se identifica con ellos es porque los opinadores mesurados, taciturnos y biempensantes no les llegan, una excepción y ejemplo sería el trabajo de La pulla, que se hace desde una casa periodística y demuestra que se puede llegar a otras audiencias no tradicionales.

Así, como hay momentos en los cuales la autoridad desaprueba la reunión de los ciudadanos (gracias, Estado de sitio), vivimos un momento en el que la acción colectiva mediada y en redes sociales se ve como una corrupción del ecosistema comunicativo. Pues no, son simplemente nuevos actores, así como de BTS salió su Army, también puede y debe aparecer una expresión colectiva para representar a un proyecto político. Esa fue la publificación de toda la vida: fundar periódicos, aunque fueran fugaces para representar el pensamiento partidista o de una facción. Creo que lo que molesta no son sus formas sino su corriente política en quienes están en contraposición. Obvio se les puede criticar, pero sin restarles toda su agencia reduciéndoles a ser marionetas del petrismo.

¿Y los que no somos de ningún enjambre? Precisamente, lo que menos quiero es romantizar a los tuiteros andantes representantes del pueblo, que sí actúan como troles. Eso no existe y es muy aburrido en esta campaña porque termina uno practicando el petrosplaining. Este análisis y cualquier entendimiento sobre el funcionamiento de la estrategias y prácticas de comunicación sirve para asimilar lo que necesitamos y no ser los pendejos del paseo. Si Petro no es infalible, su barra de IM tampoco. Cada campaña nos enseña innovaciones o técnicas de manipulación de la opinión, para tener nuestras propias prácticas para cómo evitar caer en eso. El máster por ahora de eso está en la otra orilla, un furgón sin frenos llamado Rodolfo, su rodolfoneta. No digas bodega a alternativas organizadas y cuidado que la cosa es por WhatsApp segmentado y localizado.

Flacuchento con determinación. No estoy aquí para tener a nadie contento/a. Te tuteo.

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