¡¡¡Arrepiéntase antes del fin!!!

“- ¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?

– ¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!

(Tanto calor que es un pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)

-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.”

Algo muy grave va a pasar en este pueblo. Gabriel García Márquez

¡El fin está cerca!

Los discursos más extremos sobre el cambio climático ofrecen una visión apocalíptica sobre el futuro: invocan la sexta extinción masiva como un escenario del que no podemos escapar, aseguran que los cálculos del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) son demasiado optimistas, afirman que no hay escapatoria y que todos debemos prepararnos para la distopía que se avecina. La guerra por el agua, el aire y la tierra fértil están a la vuelta de la esquina.

Estas visiones catastróficas pretenden de alguna manera llamar la atención sobre un fenómeno real: el cambio climático. Sin embargo, son también un eje de lucha del negacionismo, que aprovecha las profecías fallidas para sembrar dudas sobre estos fenómenos. En el año 2000 un artículo de opinión titulado “el día de la tierra, antes y después” se concentró en analizar una serie de teorías distópicas surgidas a partir de la década de los 70, su conclusión principal: los profetas del desastre se han equivocado, no hay escasez, no hay hambruna, no hay desastres, y siguiendo esta tendencia, en el futuro tendremos un planeta más limpio, más rico y menos desigual.

Otro problema vinculado a las profecías del desastre es su efecto inmediato sobre una población poco informada. Como en el cuento de García Márquez, cualquier fenómeno se atribuye a la fuente del miedo y la incertidumbre que lo causa. Basta revisar la sección de comentarios en cualquier medio de información para constatar: una granizada en Manizales[1], un temblor en Barranquilla[2] o sequía en los Llanos[3], en todos los casos, sin excepción, estos fenómenos son atribuidos por el público sin asomo de dudas a la consecuencia nefasta del estilo de vida insostenible que llevamos y el daño que estamos causando al ambiente. Como aquel pajarito del cuento que a medio día se paró en la fuente a tomar agua y no podía significar más que la confirmación de un mal presagio, esta situación también la aprovecha el negacionismo para sembrar la duda, al fin y al cabo, todos los pájaros toman agua; igualmente, el granizo, los temblores y las sequías son fenómenos naturales.

Hasta aquí tenemos profecías oscuras que no se cumplen, presentimientos que llevan a ver la mano de un destino irrenunciable en cada señal, señales confusas y un futuro incierto. ¿Y dónde está la ciencia?

Diversos investigadores alrededor del mundo han actuado, basados en el método científico y con gran precisión en sus apreciaciones, como el oráculo que advierte a los viajeros sobre su destino: desde la época de Aristóteles se analizaba el efecto de la deforestación en la temperatura de los territorios, en el siglo XIX se empezaron a estudiar las glaciaciones y la variabilidad climática y a finales de esta época Arrhenius determinó el efecto del CO2 atmosférico en la temperatura de la tierra. En los años 60 Clair Patterson descubrió el efecto del plomo en el ambiente y la salud aún en contra de la industria petrolera, en los años 70 Mario Molina advirtió sobre el efecto de los CFC el agujero en la capa de ozono.

Los mensajes son claros y deberían ser contundentes para despertar:

  • La tierra se calienta a un ritmo acelerado
  • El clima cambia y los fenómenos extremos dejan de ser una condición anormal
  • La causa de esto es de origen humana.

En fin, vivimos en un sistema complejo y nuestro estilo de vida requiere el uso de recursos que afectan las dinámicas naturales y las interacciones de los diferentes elementos que lo componen. Transporte, alimentación, vestuario, vivienda, educación y entretenimiento son actividades necesarias que en su obtención, uso y aprovechamiento generan de alguna manera impactos sobre el ambiente y el entorno. Las emisiones acumuladas de gases de efecto invernadero calientan la atmósfera provocando no solo el recrudecimiento del impacto y la fuerza de fenómenos naturales, sino que también amenazan y afectan la seguridad alimentaria, la pérdida de recursos, el agotamiento del suelo y la salud, con efectos diferenciados pero incrementales a lo largo del planeta.

Todo esto pone de manifiesto una amenaza latente para el futuro: el uso irracional de recursos, la economía extractiva y la irresponsabilidad en los procesos y la toma de decisiones podrían ser causantes (y lo son) de efectos ambientales negativos que amenazan la supervivencia de nuestra especie, o al menos, nuestro estilo de vida tal y como lo conocemos.

Se hace necesario pensar y replantear nuestras dinámicas sociales y económicas, nuestra relación con la naturaleza, nuestros estilos de vida y nuestros patrones de producción y consumo, encaminados ojalá hacia un modelo sostenible donde se busque garantizar la satisfacción de nuestras necesidades y asegurar el futuro, incluyendo dentro de la ecuación a las generaciones que nos preceden. Este es el reto, sin embargo, por definición, a veces nos parece que está formulado en términos muy generales que no dan cuenta de la realidad y el contexto en el cual nos desenvolvemos. Esta falta de claridad ha brindado una oportunidad a los críticos de la sostenibilidad para acusarnos de querer hacer que todos volvamos a las cavernas.

Sirva esta crítica y el contexto actual para demostrar de alguna manera, cómo es al contrario: si no prestamos atención a las señales y no desarrollamos mecanismos de prevención, adaptación y mitigación de los daños (que ya han sido predichos) la próxima contingencia global, al igual que nos ha pasado con el virus al día de hoy, nos va a volver a encerrar en nuestras cavernas y nos va a volver a obligar a escoger entre la vida o los billetes.


[1] http://www.lapatria.com/manizales/inusual-granizada-en-manizales-432964

[2] https://www.elheraldo.co/temblor-en-barranquilla

[3] https://www.rcnradio.com/colombia/llanos-orientales-y-costa-atlantica-regiones-mas-afectadas-por-sequia

Fundador por accidente de los Juanetes. Solamente alguien que desea a ratos compartir las ideas que se agolpan en su cabeza.

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