El alto precio de los alimentos ha generado algún tipo de estupor y conmoción recientemente en la sociedad colombiana y particularmente en los medios de comunicación tradicionales (léase noticias caracol). Pero, ¿por qué? La respuesta a esta pregunta siempre ha sido que fue culpa del paro agrario del 2013 y del estallido social de 2021 pero eso ya pasó hace mucho. La otra respuesta es que nos quieren volver como Venezuela y que por culpa de Petro y andar incendiando el país es que los alimentos están tan caros.
Pero la verdad es mucho más compleja de entender, al menos mucho más que el mero sofisma de bolsillo que se viene utilizando – con éxito además- desde hace 20 años. Para ello tendríamos que partir de analizar cuáles son las causas estructurales del atraso del sector rural colombiano. El principal protagonista – no sabemos por qué sigue saliendo – es Cesar Gaviria Trujillo. La apertura económica de los 90`s liderada por el expresidente trajo al país una nueva realidad agropecuaria. Colombia pasó de ser una nación con Soberanía Alimentaria – que básicamente es la capacidad de una nación para alimentarse así misma- a tener serios problemas de hambre y Seguridad Alimentaria – que es básicamente la posibilidad de que las personas de un territorio puedan comer y suplir sus requerimientos nutricionales mínimos- esto sumado a el desmantelamiento de las instituciones que ayudaban a garantizar esa seguridad y soberanía alimentaria, en una clara muestra de implementación de un discurso desarrollista y neoliberal que hoy molesta al expresidente.
¿Cómo afecta eso a mi huevito diario? Que además es un sustituto perfecto de proteína animal para familias pobres. Con el cambio arancelario y la apertura a los mercados era más fácil importar maíz, soja, torta de palmiste y otros insumos necesarios para la producción de alimentos que consumirían las gallinas que ponen los huevos que nutren al colombiano de a pie y se producirían más baratos dejando un mayor margen de ganancia al productor. Con lo que no contaban los chicagos Boys y los neoliberales de turno, era que con la reprimarización de la economía y el matrimonio petróleo- dólar gringo, los aranceles se nos devolvieran como un boomerang. No es lo mismo producir huevos de gallina con dólar a $2000 como le tocó a Santos, que producir huevos de gallina con dólar entre $3.800 y $4000 como le ha tocado a Duque. Si el petróleo y el dólar varían se cargan la economía y la producción agropecuaria nacional.
Ahora, además del maíz, soja y el palmiste que importamos de EEUU, Canadá, Argentina o Ucrania; también importamos fertilizantes de EEUU, Rusia y Ucrania ¿por qué? Por una política neoliberal que prefirió la apertura comercial que el desarrollo industrial. Eso no solo pasó aquí, pasó en todos los países en vías de desarrollo o tercermundistas como bien se les conoce. Y ¿mi huevito?, ¿mis papas?, ¿mis plátanos?, ¿mi arroz?, ¿mi maíz? ¿Y demás productos de mi canasta familiar? Van a seguir siendo afectados por esas políticas y los tratados de libre comercio (Como olvidar a Uribe y Santos).
¿Qué hacemos? Un cambio en la política económica del país en términos de desarrollo rural y sistemas de producción en el campo. Pero para eso hay que analizar en profundidad las propuestas de campaña de al menos los tres principales candidatos a la presidencia: Federico Gutiérrez, Gustavo Petro y Sergio Fajardo.
Federico Gutiérrez (Spoiler alert!!) es más de lo mismo y un poquito más neoliberal que Duque (sí, se puede), solo esta afirmación en su plan de gobierno: “En el mediano plazo, impulsaremos una industria nacional de insumos y fertilizantes con participación privada” eso es básicamente que no habrá desarrollo de industria estatal sino que las acciones que podría hacer el estado en beneficio de sus campesinos y sus instituciones van a ser entregadas por el gobierno a un particular. Hay otras perlas que no traigo a colación ahora, pero sabiendo cómo es el desayuno nos podemos imaginar el almuerzo.
Sergio Fajardo sabe mucho de matemáticas pero más bien poco de conceptos y programas de desarrollo rural. De sus propuestas se puede resaltar que “ Para hacerlo más competitivo (el campo), invertiremos en la educación, formación y capacitación de los jóvenes rurales y en bienes públicos rurales. La educación pasará por aumentar el número de escuelas de campo (ECAS) y de extensionistas, la creación de un centro de investigación agropecuario…” el concepto de ECAs viene de escuelas de campo entre agricultores. Esta es una metodología que busca que los productores agropecuarios investiguen y generen conocimiento, eso implicaría cambiar el SNIA, el PECTIA y las funciones de extensión de la Agencia de Desarrollo Rural, el Ministerio de agricultura y de Agrosavia que es el centro que ya investiga – bien o mal, más positivista que constructivista- sobre el desarrollo rural y que él quiere volver a crear. Pero en su programa pareciera que las ECAS son parte de un programa de educación para los jóvenes en la ruralidad. No es muy claro al respecto en las propuestas. Hay que analizarlo con más profundidad.
El capítulo en el programa de Gustavo Petro tiene dos errores de ortografía. Y creo firmemente que es lo que el país necesita en ese ítem particular siendo muy objetivo. Sin embargo, surge la pregunta: ¿cuatro años alcanzan para hacer ese cambio tan grande? Y la respuesta es que por más buena voluntad que haya, si no hay una buena gobernabilidad va a ser muy difícil y prácticamente irrealizable en tan corto tiempo, luego más allá de la utopía tendrá que hacerse un análisis más profundo.
En próximas ediciones de #LesJuanetes me detendré analizar sucintamente el contenido de propuestas y programas de gobierno de estos tres candidatos en el tema del desarrollo rural. Por ahora esperemos que pasen rápido los temporales de Ramos que seguirá condenado por Parapolítica que afectan a Federico Gutiérrez, de Piedad Córdoba y las denuncias de su exasesor por sus vínculos con testaferros de Chávez que afectan a Gustavo Petro y a la espera de lo que le salga a Fajardo en los próximos días porque seguro algo lo afectará, al fin y al cabo estamos en Colombia.