Un sofisma llamado: responsabilidad social empresarial -RSE-. (Parte 1)

La historia de la RSE se remonta a unas ideas precursoras que surgen por allá en la década de los 20 del siglo pasado. Pero solamente, hasta las décadas del 60 y 70s de la centuria iniciada en 1900, adquiere una construcción conceptual que le permite poder considerarse como más que una idea. Desde aquel entonces y hasta nuestros días, esta construcción ha sido enriquecida (y empobrecida) con diferentes aportes conceptuales que han logrado que, como bien plantea Barroso (2008)[1], aún no se haya logrado obtener una definición universalmente aceptada, para establecer así, prácticas que determinen su cumplimiento.

Es por esto que el resultado que enfrentamos ahora se bifurca en caminos tan inquietantes como desafiantes. Por una parte, que la temática se ha banalizado y, por otra, se aprecia un aumento del grado de complejidad de sus requerimientos. La banalización se revela porque todavía son muchas las personas y compañías que rotulan cualquier acción trivial y puntual como ejercicio pleno de RSE. De esta manera se produce una cierta degradación y superficialidad de sus implicaciones. Simultáneamente, se observa, por otra parte, una complejización de ella, en tanto que se incorporan modelos, estándares, variables e indicadores que se derivan de orígenes diversos y que, en definitiva, terminan por promover un entrevero que no escapa de la confusión ni proscribe la desmotivación (Guedez, 2014)[2].

Tal vez por esto, la RSE se ha convertido en una consideración fundamental para las organizaciones y sus actividades, ya que, mientras algunas intentan tomarse en serio este planteamiento y sus respectivos compromisos, otras tantas, aprovechan la confusión para pescar dividendos mostrando una imagen de total compromiso con la RSE y obteniendo réditos por esto, pero sin mayor compromiso o desarrollando actividades triviales pero altamente publicitadas.

Pero qué es la RSE o, por lo menos, qué se puede decir de ella. La ISO 26000, norma técnica internacional dedicada a esta temática, la define como «La responsabilidad de una organización por los impactos de sus decisiones y actividades sobre la sociedad y el medio ambiente, a través de un comportamiento ético y transparente que contribuye al desarrollo sustentable, a la salud y al bienestar de la sociedad, tiene en cuenta las expectativas de los interesados, se ajusta a la legislación aplicable y a las normas internacionales de comportamiento, y se integra en toda la organización y la practica en sus relaciones». Como bien se aprecia, esta conceptualización tiene tanto de ancho como de largo, más no de profundo, constituyéndose como uno de los mejores ejemplos de aquel adagio popular que reza: El que mucho abarca, poco aprieta… (o tiene tremendas manos, aunque en la mayoría de los casos se aprecia que no es este el caso).

Ahora bien, sin importar cual conceptualización se tome como referencia, todas ellas  parten de un elemento común: La responsabilidad. Este elemento, así esté solo en el nombre, trae consigo unas gigantescas connotaciones y denotaciones que se constituyen en el elemento clave o en el lastre, depende de cómo la empresa haya decidido abordarlo, de la RSE.

La responsabilidad nos remite simultáneamente a dos ideas poderosas como son: responder y rendir cuentas. Es responder por lo que se hizo o no se hizo, todo el tiempo, en todas partes y ante todo el mundo (colosal esto). Igualmente, es rendir cuentas por las consecuencias de lo que se hizo o no se hizo, todo el tiempo, en todas partes y ante todo el mundo (más colosal aún).

Ninguna palabra resulta más contundente para velar por el impacto de la empresa ante todos aquellos con los cuales se vincula. Y esto va más allá de la circunscripción territorial en la que se encuentra localizada o emplazada la empresa. Por culpa de la globalización, el “todos aquellos con los cuales se vincula” puede llegar a implicar al mundo entero, porque una empresa puede tener proveedores, instalaciones, sucursales, colaboradores, clientes o consumidores en cualquier lugar del planeta. Por culpa de la globalización, las cadenas empresariales son transnacionales y sus vínculos e impactos también.

¿Ya empiezan a ver por dónde va el sofisma de la RSE?


[1] Barroso, F.G. (2008). La responsabilidad social empresarial: un estudio en cuarenta empresas de la ciudad de Mérida, Yucatán. Contaduría y Administración, 226, 73-91

[2] Guédez, V. (2014). La RSE en perspectiva. Fundación BBVA Provincial.

Ingeniero Industrial - PhD en Desarrollo Sostenible #SustainableDevelopment #Sustainability

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