Tocaron la puerta. O no.

El espejo que te contiene

no se rompe,

refleja las piedras que pateaba

de niño, sin zapatos,

con el azar del polvo, 

y las huellas, los charcos,

la primavera de tu voz

endulzando esta calle

tan distinto a esta tarde

donde los rincones bajo agua

resienten que alguien

estuvo por aquí.

Tengo que encontrarte mejor

y volverte a contar mis secretos,

no ahora,

cuando ya no pican las arañas

y el mundo no se alivia de correr.

El espejo que se rompe

no te contiene, miente,

espera que las estrellas sobre el suelo

hagan sangrar mis pies,

contigo, olvidando recordarme

que debo amarrar mis zapatos

para no caer,

y las muecas, los rayos,

la primera vez de tu voz

reduciendo al amor en un tono

tan distinto a esta tarde

donde las puertas se

encierran bajo llave

presintiendo que nadie

estuvo por aquí.

Ingeniero y poeta Juniorista San Juan del Cesar, Colombia

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