El espejo que te contiene
no se rompe,
refleja las piedras que pateaba
de niño, sin zapatos,
con el azar del polvo,
y las huellas, los charcos,
la primavera de tu voz
endulzando esta calle
tan distinto a esta tarde
donde los rincones bajo agua
resienten que alguien
estuvo por aquí.
–
Tengo que encontrarte mejor
y volverte a contar mis secretos,
no ahora,
cuando ya no pican las arañas
y el mundo no se alivia de correr.
–
El espejo que se rompe
no te contiene, miente,
espera que las estrellas sobre el suelo
hagan sangrar mis pies,
contigo, olvidando recordarme
que debo amarrar mis zapatos
para no caer,
y las muecas, los rayos,
la primera vez de tu voz
reduciendo al amor en un tono
tan distinto a esta tarde
donde las puertas se
encierran bajo llave
presintiendo que nadie
estuvo por aquí.