Ame Soler en el 2019 publica un libro muy terapéutico donde narra una serie de opresiones patriarcales que ha enfrentado a lo largo de su vida: “Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar”, que se une a la reivindicación del movimiento feminista a las mujeres que murieron durante la inquisición por salirse de la heteronormatividad por lo que fueron llamadas “brujas” y representadas con imágenes feas, viejas, miedosas y por supuesto solteras.
Las brujas eran mujeres que no se sometieron a lo doméstico y desarrollaron conocimiento al dar los primeros pasos sobre las practicas medicinales, químicas y botánicas y además se atrevieron a vivir su sexualidad. Tenían conocimiento (poder) y autonomía, por lo que incomodaban y retaban al patriarcado liderado por la Iglesia Católica. Así, entre los siglos XV y XVII en Europa y América ejecutaron a más de 60.000 personas, la mayoría mujeres acusadas de brujería. Pero no fue suficiente.
En la Revolución Francesa, las mujeres empiezan a cuestionar la discriminación por sexo en base a diferencias biológicas con los hombres, por lo cual en ese entonces fuimos excluidas de la declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, a pesar de que las mujeres también pusieron el cuerpo. De hecho, Olympe de Gouges que en ese entonces reescribió el documento para declarar los Derechos de las Mujeres y de la Ciudadana y luchaba por los derechos políticos fue condenada a morir en la guillotina. Fue hasta mediados del siglo XIX que se empezó a lograr el derecho a votar en diferentes lugares del mundo y en 1954 se consigue en Colombia. Y recién hasta este 2022 la agenda feminista entra a la contienda política del país así, con su nombre, sin eufemismos de ningún tipo, las mujeres dejaron de ser “un tema” a incluir en los programas de gobierno para ser diseñadoras de esos programas. Pero sigue siendo una pelea titánica iniciada por otras mujeres como Ángela María Robledo, por eso es una lucha a largo plazo, como siempre ha sido, nunca inmediatista.
Teniendo eso en cuenta, los resultados de la jornada electoral del domingo son esperanzadores. Francia Márquez hizo historia. Una mujer negra, víctima del conflicto armado, sin un patrimonio exorbitante que la respalde, recibió la tercera votación dentro de toda la consulta, quedando por encima de machos como Álex Char y Alejandro Gaviria que tenían todo el respaldo institucional y financiero. Francia con su discurso abiertamente feminista, por los derechos humanos y el reconocimiento a las mayorías sociales históricamente excluidas, hablando con toda tranquilidad de aborto y con una vestimenta fiel a sus raíces que se diferencia radicalmente de los escenarios tradicionales, tejió una nueva forma de pensarnos y de hacer las cosas. Eso no tiene marcha atrás.
Estamos Listas, con su apuesta (sí, quizás ambiciosa ¿y qué?) al senado con una lista cerrada y agenda programática de 5 puntos centradas en la vida, el bienestar y el desarrollo lograron los nada despreciables 108.000 votos, sin plata, sin medios de comunicación, siendo invisibilizadas de diferentes espacios de opinión y contra una sociedad que considera que las mujeres ya alcanzaron la plenitud de sus derechos, ya vivimos en igualdad, aunque nos matan por negarnos al sexo. Pero dicen que el movimiento “se quemó” en las elecciones.
Si bien no se logró llegar al senado, se lograron más votos que muchos que sí llegaron. Al igual que Francia, Estamos Listas no compitió en igualdad de condiciones, pues los recursos proporcionados por el Estado para garantizar la participación política fueron negados y fue la primera campaña a nivel nacional sin que ninguna candidata tuviera experiencia previa directa en un escenario de tal magnitud.
Ahora seguro vendrán evaluaciones internas del proceso, ajustes y cambios necesarios para continuar. Estamos Listas tiene un objetivo muy claro que son los municipalismos feministas que no es otra cosa sino empezar a tomarse el poder en todos los rincones del país. Pero esto, siendo mujeres trabajadoras con un discurso novedoso y sin padrinos políticos toma tiempo y mucho esfuerzo.
Hay cosas por analizar, además de las barreras encontradas en el proceso, por ejemplo ¿qué paso con las mujeres del país que no apoyaron el movimiento? y ¿por qué se logró un poco más del 10% de los votos obtenidos por Francia si los discursos y propuestas son cercanos? Y otros tantos asuntos se analizarán para continuar construyendo.
En términos globales el escenario político-electoral del país genera preocupación. El congreso tuvo algunos cambios, llegaron personas muy interesantes, pero no se percibe que vaya a ser un legislativo realmente progresista y revolucionario (ojalá me equivoque) y sobre las presidenciales todo parece indicar que vamos a enfrentar exactamente el mismo escenario del 2018. Lamentable por ese lado. Sin embargo, lo conseguido por Francia Márquez y la aparición de Estamos Listas en la escena nacional es una demostración de que hay personas pensando el país diferente y trabajando por ello, se respira algo distinto, aunque siga siendo abstracto.
Lo cierto es que el feminismo en Colombia llegó a la política, con su nombre y sin camuflarse en el “tema de las mujeres”. Las feministas de hoy somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar y tampoco nos quemaran en la hoguera de la política electoral porque ahora no solo tenemos conocimiento y autonomía, sino que tenemos capacidad de vigilar, cuestionar e incomodar con mucha fuerza. Esto apenas comienza.