Ser nosotros, hacer juntos

Ya se completan dos semanas de un movimiento social sencillo de entender en sus orígenes, pero inescrutable en sus consecuencias. El ciclo de movilización corto viene de 2019 y más atrás, el activismo alrededor del Proceso de Paz con su culmen en 2016 y, ya pareciendo lejano, ese aguerrido 2011 donde los universitarios impedimos una nefasta reforma, pasando por el paro agrario de 2013. Hemos vivido una década de recurrente movilización social.

Y eso es lo que hace sencillo de entender este nuevo paro, el constante descontento y la necesidad de defensa de los valores comunes, de lo que como sociedad hemos construido y que amenaza la supervivencia, especialmente en el ámbito de lo público. Descontento, agravado por demás con la debacle económica ocasionada por una pandemia que ha sido gestionada con una preferencia muy plutocrática de solidaridad hacia arriba favoreciendo la acumulación de riqueza; descontento que encontró su aglutinante en una reforma tributaria mayormente regresiva pero que le excede a razón de las causas acumuladas, pendientes, postergadas e ignoradas en su relevancia (por los responsables). Son demasiadas para enumerarlas.

De la misma manera la convocatoria fue excedida; los convocantes son eso apenas, no son los responsables ni los organizadores principales ya. Tampoco parecen la interlocución más adecuada, sino la que hay para empezar (Comité Nacional de Paro). En cientos de puntos, especialmente en las periferias urbanas se encuentran sus protagonistas que mayormente han sostenido la movilización en sus propios términos. Es aquel un comité que no responde por lo que pasa en las calles y no podría hacerlo ni representar genuinamente las amplias aspiraciones de los otros sectores.

Así, hay una distancia entre ambos polos del movimiento social, medida por el grado de organización e institucionalización, misma distancia que amaga con desconexión efectiva, pero esa diferencia en la asociación no es propia de esos grupos emergentes en la escena social, también ocurre con franjas de la población con características asociadas al trabajo no clásico o reestructurado bajo condiciones sin garantías ni fuerte identidad laboral. Ahí estamos la mayoría de los profesionales, mientras la mayor parte de la juventud popular no se identifica de ninguna de las dos maneras, porque no accede al trabajo formal o a la educación.

De nuestra parte esta aferrarnos a nuestra identidad, recrearla, para encontrar esa solidaridad que ha ejemplificado esa juventud popular. De nuestra parte esta que una vez pasemos nuestra faceta estudiantil en la universidad pública, por ejemplo, tan propicia para el compromiso social, que encontremos maneras de ejercer el encuentro con nuestros pares y semejantes para instituir nuestras propias maneras de solidaridad. El barrio, nuestro saber o nuestro origen son elementos que nos pueden ayudar a encontrarnos como sujetos colectivos.

El reto como gestantes de cambio social eficaz, como lo afirma, la socióloga turca Zeynep Tufekci consiste en superar la tecnosfera propia de nuestra época donde parece muy fácil organizarse y resulta más esquivo conseguir logros. Ello porque la tecnología nos da una sensación de participación que suele carecer de los espacios que nos permiten construir consensos y acuerdos. No riñen, sin caer en la tecnofobia o un fetichismo, simplemente hay que tener presente cuáles son las limitaciones de nuestra participación y evaluar nuestro compromiso e implicación a la hora de construir proyectos comunes.

Si partidos o sindicatos no nos representan debemos encontrar los canales que sí. Como tenemos esta crisis de representación, necesitamos organización ciudadana para la movilización social. Ese es el punto medio y de equilibrio entre atomizarnos en un individualismo inútil y evaporarnos en una masificación fútil. Y teniendo en cuenta lo dicho al principio quién sabe cuánto más se prolongue el ciclo de movilización social, así que se hace necesario eso, ser un nosotros para lograr juntos los cambios que exigimos.

Flacuchento con determinación. No estoy aquí para tener a nadie contento/a. Te tuteo.

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