De esta saldremos mejores

En marzo de 2020 estábamos convencidos de que las circunstancias no harían más fuertes. El futuro de la humanidad se había puesto en pausa por un breve instante y la naturaleza saludaba a nuestras puertas mientras recorríamos el mundo, detenidos en una habitación y a través de una pantalla. Crecer y mejorar, como especie y como individuos, era una promesa; un mantra que repetíamos cada mañana antes de poner nuestra mejor cara para enfrentar a las circunstancias. Ser mejores, por un momento, no fue solo una frase de ventas en una charla de liderazgo multinivel o un libro de autoayuda o una sesión de coaching; algunos, como yo, creíamos o esperábamos que la crisis sacara lo mejor de nosotros, al fin.

Hoy, un poco más de un año después, el futuro es difuso, aunque claramente deja ver que como especie, la evolución a un nivel superior del espíritu, aún se encuentra lejana. La ciencia encontró la forma de detener la crisis y los hombres se inventaron maneras para convertir la cura en un negocio, que además, sigue vulnerando a los vulnerables, explotando a los explotados y profundizando las diferencias entre los hombres basado en su capacidad de acumular, acaparar o aparentar.

Este año también hemos sido testigos de cómo las medidas, promocionadas como una estrategia de prevención y cuidado, han contribuido a profundizar las brechas de esa condición que nos hacía vulnerables. Prevenir, entendí en mis clases, se trataba de actuar para evitar efectos negativos e indeseados, mientras en la realidad, lo que hemos visto es todo lo contrario: las pequeñas y medianas empresas quebraron y cerraron mientras los bancos se hacían más ricos; los pobres crecieron en número (y más allá del número, fueron los más perjudicados), los alimentos escasearon desde mucho antes que la última semana, nuestros héroes cayeron uno a uno y por miles mientras iban vestidos con bolsas de basura, mujeres y niños fueron víctimas de formas de violencia que se acentuaron.

Hoy las calles son escenario de una lucha entre aquellos que han soportado los vejámenes, la injusticia y el peso de un sistema que no los ha tenido en cuenta y un grupo al poder que aspira a esconder sus errores debajo de la alfombra mientras finge que todo está bien; una lucha asimétrica que ha cobrado, con violencia, vidas y sueños y amenaza cada noche con truncar la esperanza de un futuro favorable, siendo este el final de la ilusión de ser mejores, porque seamos honestos: no hay nada bien, ni lo habrá, en una sociedad que convive, calla y comulga con aquellos que se alimentan de la sangre y el dolor de sus semejantes

Fundador por accidente de los Juanetes. Solamente alguien que desea a ratos compartir las ideas que se agolpan en su cabeza.

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