“Quiero agradecerme a mí”: Snoop Dogg

Los retos personales son importantes y los hay de muchas naturalezas. Admiro profundamente a las mujeres que deciden quedarse en el hogar y hacerse cargo de lleno de la crianza y cuidado de sus hijos, pues sin duda es una tarea mayúscula. Hay otras mujeres que por distintos motivos elegimos un camino diferente, con diferentes escenarios y retos. Cualquiera sea la elección está bien, pues tenemos distintos talentos y concepciones sobre los roles que queremos desempeñar y sobre qué puede hacernos felices.

Cuando mi hijo tenía apenas 10 meses de edad decidí que haría la tan aplazada maestría que tenía pendiente desde hacía varios años. Una oportunidad en la universidad me hizo considerarlo y vi que era el momento de retomar algo que fuera netamente para mí y que se distinguiera del papel de crianza que había cooptado la mayoría de mis fuerzas.

Lo hable con mi pareja, quien sin dudarlo manifestó su apoyo y empezó entonces la travesía escolar con un niño que aun dependía de mi para comer y que demandaba atención constante, con todo, esa necesidad de reencontrar a la mujer que existe más allá de la madre me motivó, con la garantía de que este esfuerzo sería temporal, siempre que cumpliera mis metas en el tiempo que me propuse.

Y así empezaron a pasar los meses, las noches, algunas de insomnio, otras de lectura cansada, pero siempre con la meta fija de calidad y de tiempo, pues nunca fue mi intención restar los espacios con mi hijo, sino pedirle comprensión mientras su mamá atiende sus necesidades personales.

Con todo, cuando escuchaba su llanto mientras debía leer, cuando lo veía perseguirme hasta la silla del estudio para que apagara el computador y lo llenara de abrazos, llegó una indeseada sensación de culpa que me invadió, pues sentía que mi hijo me reclamaba los espacios negados. Sin embargo, debía valer la pena el esfuerzo que todos hicimos para que mi concentración estuviera, en lo posible, en mis compromisos académicos en las clases y al menos unas horas en la noche, después de trabajar.

Pero ¿de dónde viene esa culpa? ¿se cuestiona así a los padres cuando se dedican a sus asuntos personales? ¿se indaga sobre qué harán con el cuidado de los niños mientras van a la universidad, a jugar fútbol o a cualquier actividad que sea de su interés personal? Por regla general la respuesta es que no, porque siempre está la mamá con y para los hijos, porque finalmente, piensan, para eso estamos. Entonces a nosotras sí se nos cuestiona sobre el tiempo y las ausencias, aun si estamos trabajando, cuando el buen cuidado y supervisión de los niños no es una cuestión que solo nos interese a nosotras, sino que debe estar a cargo de la familia, como red de apoyo, pues parir no nos hace guardianas y responsables exclusivas del bienestar de un hijo.

Lastimosamente, este tipo de demandas de olvido propio exceden la maternidad. A las mujeres con o sin hijos muchas veces nos preguntan por qué queremos estudiar, o mejor, para qué, como forma de coartar nuestro propio crecimiento, tal vez, por miedo a que superemos con creces los logros de quien nos increpa.

En más de una oportunidad ese tipo de comentarios trataron de lesionar mi voluntad de crecer, pero las mujeres tenemos una voluntad gallarda e indestructible cuando nos proponemos algo, por lo que nunca dudé de la posibilidad de seguir estudiando aun siendo mamá, porque consciente de mis derechos y de la igualdad que buscamos y se pregona, seguí adelante con mis sueños y mi hijo como el mayor motor.

Hace una semana entregué mi tesis de maestría, esa que al salir de mis manos se defenderá ante profesores y jurados, que me llena de alegría porque más allá de cualquier resultado significa una victoria, esa que algunos que buscan encasillarnos no pudieron arrebatarme.

Somos poderosas.

Por último, pero no menos importante, quiero dejar este discurso de Snoop Dogg para que no olvidemos reconocer nuestros propios esfuerzos y logros y que además motiva el título de esta columna:

https://www.youtube.com/watch?v=kHu0Ewa4bfg

Abogada y con un Juan en casa. No vine a hablar de derecho.

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