¡QUÉ BUENAS LAS TIENE!

Todo el mundo se siente con derecho para hablar sobre tetas, así no tenga. Y no solo hablan, sino que creen tener derecho a criticarlas. Que si están grandes, que si pequeñas, que el color, que si levantadas, caídas (como si la gravedad solo nos afectara a nosotras), falsas o naturales. De tetas todos saben. Ah, pero a la hora de alimentar, no. Así como hay quienes lo toman como lo que es, un acto natural, hay algunos que sienten asco y hasta piden que haya una cobija, blusa o mantel que cubra el acto de alimentación de un bebé. No falta el mirón, no curioso sino lascivo, que hace que una se sienta incómoda, como si tuviera derecho a auscultar algo de su propiedad y que no lo es, mientras el bebé inocentemente come.

Esa es una de las razones por las que me costaba alimentar a mi hijo en lugares públicos, aunque siempre he defendido la lactancia libre, donde y cuando sea, sin tapujos, porque quién dijo que uno tiene que poner a aguantar hambre a un bebé por no causar incomodidad a otros. Tenemos tan permeada la mirada sexual a nuestros senos que, al menos para mí, fue difícil ejecutar un acto tan simple y natural ante la mirada de desconocidos -y algunos conocidos-.

Mi pudor era tal que, al principio, cuando llegaba la visita a ver al bebé y él lloraba por hambre, les pedía a todos que salieran de la habitación para lactar, porque siendo sincera ¿quién se quiere sacar una teta frente al papá? Pero todo eso fue cambiando. Un día iba por la calle, mi hijo lloraba y me libré de la pena. Sobra decir que era y es más importante que mi hijo coma a que yo sienta pena en un parque, restaurante, centro comercial, o cualquier escenario.

Eso sí, como nos advierten a todas las mujeres en general, y especialmente a las lactantes, cuando dejamos de alimentar a nuestros hijos o por el simple paso del tiempo, ese escote prominente se va. Desaparece. Quedan unos senos diferentes a los que hay que cuidar, pero que hacen extrañar firmezas anteriores.

Entonces aparecen ideas: ¿me opero? ¿me dejo así? Y podemos pensar en la opción que más nos dé comodidad, la que queramos, la que nos haga felices y que no tendría que atender a deseos ajenos. A los demás les queda muy fácil opinar sobre pieles ajenas, porque claro, ellos no van a pagar ningún tratamiento ni a vivir postoperatorios, mucho menos a sufrir las consecuencias de lo que se haga o no y por eso la decisión es tan personal. O acaso, ¿quién las va a cargar y a ver frente al espejo todos los días?

Pero, sin duda, como sea que las tenga, si ellas además sintieron la maternidad, alimentaron a su hijo y soportaron tanto dolor (porque duele MUCHO) para que su bebé pudiera estar grande y sano, sin duda son ¡tremendas tetas!Posdata: Una recomendación musical este jueves, para esos días en los que queremos sentirnos poderosas -o poderosos -: https://www.youtube.com/watch?v=aSbg2p9EK5o

Abogada y con un Juan en casa. No vine a hablar de derecho.

También puedes leer