Con el auge de Internet y la proliferación de los smartphones se ha puesto a prueba la capacidad de adaptación y supervivencia de los medios de comunicación tradicionales, puesto que el papel cada vez se usa menos y la velocidad con la que se transmiten las informaciones en las redes es mucho mayor que cualquier redacción. Sin embargo, la pandemia pudo ser perfecta para demostrarnos la importancia y utilidad de los medios como canal de información veraz, de calidad, tuvieron la oportunidad de volverse imprescindibles de nuevo, pero prefirieron seguir el juego a las redes sociales y aportarle al caos, sumando la falta de credibilidad a la crisis existencial que están atravesando en la actualidad.
Para el manejo de la pandemia, la forma como se establecen las comunicaciones es fundamental. Explicarnos que esta pasando, enseñarnos a cuidarnos y a cuidar al otro ante una amenaza que no podemos ver pero que está en el aire, para contarnos con calma lo relacionado con las vacunas para promoverlas, en resumidas cuentas, para proporcionar herramientas que nos permitan afrontar esta locura que nos tocó vivir. En esto, la mayoría de los gobiernos, incluyendo el colombiano, fracasaron estrepitosamente y los medios no lo han hecho mejor. En lugar de hacer pedagogía, han asumido que sí o sí tenemos que saber de virología, epidemiologia, vacunología, cuidados intensivos, infecciones respiratorias y otros tantos asuntos super específicos de los que nos hemos descubierto hablando en este año y medio, pero de los que realmente muy pocos saben, esperando que sepamos diferenciar de antemano el titular de un contenido pertinente y verídico a uno cuyo único fin es el clic con información falsa o medias verdades.
Esta forma de presentar la información supone que los seres humanos somos racionales y nada más alejado de la realidad. Somos seres emocionales que además razonamos y el impacto emocional que puede tener un titular puede afectar la razón al momento de tomar decisiones. Cuando el primer contacto con una “noticia” es que la vacuna X está matando gente, la gran mayoría que no tienen conocimientos específicos en salud se van a quedar con el titular así el contenido diga que la cantidad de personas que han fallecido a causa de esa vacuna es un numero que no alcanza ni las dos cifras entre millones que se han vacunado en todo el mundo, no porque no sepan leer sino porque la emoción siempre va a predominar.
Lo grave es que esto no es un conocimiento exclusivo de la psicología, quienes son comunicadores saben muy bien como moldear nuestras decisiones impactando nuestras emociones. Por eso, de todo lo que hemos visto que esta mal en la pandemia, el papel que han jugado los medios es de lo que más me molesta. No es posible que, sin fundamento alguno, le pongan nacionalidad a un virus y señalen algunas vacunas como peligrosas y luego estigmaticen a quienes no se quieren vacunar, engañan a las personas y luego las tratan de idiotas.
Hace unas semanas una periodista de una importante cadena radial me preguntaba ¿cómo pueden ellos apoyar a quienes están hoy viviendo un duelo?, mi respuesta fue simple: dejen de engañar a la gente, ustedes tienen el trabajo de informar, dedíquense a eso porque para sensacionalista la pandemia es suficiente. Por su puesto, no se lo tomó bien, pero después de pasar año y medio escuchando a quienes han perdido seres queridos por este virus y ver como se castigan porque esa persona no sobrevivió a pesar de que les dieron todos los medicamentos, hierbas y remedios caseros que los medios han nombrado en diferentes momentos, porque viven una duda hiriente sobre cómo murió su ser querido porque han leído demasiadas historias dolorosas (que buscan clics, no informar) y que ahora sufren porque sus otros seres queridos no se han querido vacunar porque los medios les dijeron que las vacunan matan o que les van a introducir un microchip que va a controlarlos, después de conocer ese sufrimiento de cerca, realmente no me importa si no les gusta, los medios han sido y siguen siendo parte del problema y a mi parecer, son de los principales responsables de la emergencia en salud mental que estamos viviendo pero que todavía no es visible para todo el mundo y así, de los grandes perdedores de este reto que nos tocó enfrentar.