La pandemia y el absurdo

Wuhan una ciudad China reporta ante su Comisión Municipal de Salud el 31 de diciembre del 2019 un conglomerado de casos de una extraña neumonía en la ciudad. Luego de diferentes estudios se determina que esos casos y los nuevos emergentes están siendo causados por un tipo de coronavirus desconocido hasta ese momento y solo identificado en los murciélagos. (OMS,2020). Esto genera una serie de teorías conspirativas y paranoicas y otras no tanto, pero lo más importante, es que da como resultado una declaración de pandemia desde el día 11 de marzo del 2020 en todo el mundo y el inicio de nuestra debacle social e institucional.

En Colombia, el presidente en ejercicio y uso – al parecer no tanto – de sus facultades mentales y políticas, declara a través del decreto 417 de 2020 el “Estado de Emergencia ecológica, económica y social en todo el territorio Nacional” y a partir del día 17 de marzo comienzan las restricciones y distanciamientos social, sostenible, fotovoltaico, vegano, iridiscente, sociológico y otro montón de adjetivos y apellidos que le han colgado a la nueva normalidad.

Se trataron de generar herramientas y programas que buscaron minimizar los impactos de millones de familias y empresas grandes, medianas y pequeñas. Fuimos testigos directos de dos cosas: 1) La forma en la que a través de la registraduría y de una manera “extraña” por decir lo menos, gente que había muerto era beneficiada de tales subsidios y la plata se nos fue (porque todos pagamos impuestos) como el agua entre los dedos y sin comprobar si fue posible o no ayudar a esas familias. Y 2) No estábamos, ni estamos preparados institucionalmente para un desafío de esta magnitud y los resultados saltan a la vista.

Un año más tarde podemos comprobar que dichas medidas no solo fueron insuficientes, sino que además beneficiaron a la banca privada y finalmente a los dueños del establecimiento. El estallido social se aguantó un año y derivó en que la gente más afectada por la situación prefirió salir a las calles a reclamar una vida más digna, luego de que el DANE publicara las cifras de pobreza en el país, el desempleo en todos los estratos sociales y el número de familias tienen menos de dos comidas al día. El estallido social continua y la estrategia parece haber cambiado, ya no hay negociación y los bloqueos de parte de los manifestantes, el desmedido uso de la fuerza de parte del ESMAD, los muertos, los desaparecidos y ahora las personas desmembradas que aparecen en diferentes partes del país, pareciera que se volvieron paisaje.

Pero como ya lo decía Murphy, todo lo que tiene que salir mal, saldrá mal y toda situación susceptible de empeorar, va a empeorar. Y así fue, el lunes 28 de junio ocupamos el segundo puesto detrás de la India que tiene 1.366.417.754 millones de habitantes y que registró el lunes 907 muertes en un día. En contraste nuestra amada patria Colombia, que tiene Cerca de 50.374.000 millones de habitantes tuvo la cifra de 628 fallecidos por el virus (@coronavirusNews y diversas fuentes); esto no es más que una muestra de la ineptitud de nuestros gobiernos (locales y nacional) por contener la pandemia.

Para Acemoglu y Robinson los países fracasan por las interacciones entre instituciones políticas y económicas crean pobreza o prosperidad y eso es una decisión política, en Colombia las instituciones gubernamentales no reconocen como un hecho social y político el estallido social en la nación. En un país serio, estaríamos en cuarentena, tendríamos ingreso solidario universal y estaríamos volcados en aplicar vacunas mientras todo el mundo pasa la cuarentena a salvo. Pero no, Duque es presidente y esto además de ser inmoral es una verdadera tragedia que raya en el absurdo y evidencia la desconexión de la clase política de nuestro país y la urgencia de (en sus propios términos) erradicar ese mal de tajo.

Zoociólogo (zootecnista + Sociólogo) papá de SGE, esposo de Natalia, lector de cuentos para 😴 Padawan de phd en Estudios Sociales. estoy en @biodiversoscol

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