Entra aquí y reza conmigo
por los metros que restan,
vuelve a beber de nosotros
mirando al cielo
y no te vayas tan lejos
de mí ni de los libros
porque yo no sé,
nunca se sabe,
no sabemos
de las últimas veces
ni lo que falta.
Persigue y apaga esa voz
del rincón que calienta
la herida,
hazme miga, sopla
y que suene la vida,
la de las cosas pequeñas,
porque yo no sé,
nunca se sabe,
no sabemos
de quién es el sol que canta
ni pa’ quién es la sombra.
Duerme a las palomas
y susurra a las plantas
lo que sé,
lo que sabemos
sobre tu cuello y mi vacío,
que viene la noche
como razón que se apila
en las almohadas.
Y piensa en mí,
todo lo que absurdamente
puedas.