Improvisación estratégica retrospectiva

Hace más de 100 años Henry Fayol propuso los principios básicos del proceso administrativo y determinó, con cierto grado de éxito, que las etapas de planeación, organización, dirección y control serían claves en este proceso, dejando por sentado entonces que el cumplimiento de los propósitos iniciaba en la visión del futuro, pero no paraba hasta que la acción se hacía una realidad y se escudriñaba, en el pasado y el presente, si era necesario corregir el rumbo, cambiar la estrategia o continuar.

Claro está que en más de 100 años el arte y la técnica se actualizan (incluso los procesos originales de Fayol eran 5) y el conocimiento científico, técnico y anecdótico vienen a reemplazar teorías y modelos en campos que distan mucho de ser exactos; Mintzberg, (otro Henry por cierto), estudia el proceso y nos da suficiente evidencia para concluir que un administrador no se enfoca en los procesos, tanto como cumple roles, 10 papeles que el administrador juega a lo largo del tiempo como haciendo malabares; hoy en día, las etapas del proceso de gestión de Fayol y los roles de Mintzberg son la base de muchos programas y escuelas de negocios, habrá elementos nuevos (y los hay, aunque no vengo a discutirlos) sin embargo las bases siguen siendo bastante parecidas como para permitirnos entender en su definición, cualquier otra variación que suponga el desarrollo de este campo.

En un entorno marcado por la incertidumbre, la teoría plantea entonces que una gestión exitosa, (aunque mucho se debate sobre la practicidad de un modelo mecánico de pensamiento por una parte, y la definición de éxito por la otra) consiste en definir un propósito y a partir de este, analizar dentro y fuera, ver el futuro, identificar estrategias, establecer un plan de acción que marque el rumbo, ejecutarlo y sobre todo, mantener un firme proceso de control sobre los resultados y el avance, estando siempre dispuestos a cambiar o mejorar, porque un plan no es una camisa de fuerza y el entorno es cambiante, y ahí está el detalle, no sabemos lo que espera a la vuelta de cada decisión. Claro que entre la teoría y la práctica hay un trecho enorme, y hoy en día, entre los 10 roles, las reuniones, los chicharrones y la presión de los grupos de interés, la planeación se ha convertido en un ejercicio anecdótico que se desvanece en cada incendio que toca apagar y cada requisito por cumplir.

Esta situación ha dado paso a una nueva generación que confía el proceso de gestión en el balance final, con números positivos, que se logran a pesar del entorno y la incertidumbre, siendo cada vez más importante la toma efectiva de decisiones y la supervivencia, que la marcha o el proceso que lleva a conseguirlos; la meta es clara y no es otra cosa que ganar dinero (o crecer en comunidad, o satisfacer el cliente, según la escuela), los planes se han reemplazado por promesas y el control ha cedido su espacio al cálculo retrospectivo de indicadores que bien pueden mostrar que todo va acorde a lo que sea que queramos mostrar.

Entonces el plan se vuelve solo un documento, un cúmulo de papel que sirve para poner en evidencia que hay un tema que nos ocupa, aunque no sea la prioridad o el propósito. El plan es reemplazado por presentaciones pomposas merecedoras de aplausos, premios y menciones, dándonos a entender que lo importante, lo único y exclusivamente importante, es el aplauso que llega, y la ovación que se levanta en cada informe. Este abandono de la teoría es lo que da surgimiento a aquello que denomino la improvisación estratégica, un modelo de gestión mediante el cual le informas a tus grupos de interés que no tienes ninguna intención de alcanzar la visión de la organización, si no más bien, llegar a donde puedas llegar y celebrarlo como un triunfo, y es aquí donde aparece lo que Javier López me enseñó que era la planeación retrospectiva, un modelo que viene como complemento al primero, y en el cual “haces lo que puedes y luego documentas lo que alcanzaste a hacer. Lo bonito de ese modelo es que el cumplimiento de objetivos y metas tiende al 100%. Y todos felices”

Como las vacunas, la gratuidad, el crecimiento económico, la tributación, las transferencias, el empleo juvenil, los metros, los trams, la protección de los derechos humanos, la siembra de árboles, la guerra contra las drogas o la erradicación de la pobreza (que aquí además parecen haber entendido como la erradicación de los pobres) o lo que sea que cada noche, en horario Prime, decida prometer el administrador que pusimos a cargo del rumbo de nuestra patria.

Fundador por accidente de los Juanetes. Solamente alguien que desea a ratos compartir las ideas que se agolpan en su cabeza.

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