Cambio climático, terremotos, alimentos saludables, salud mental, epidemiología, vacunas, desarrollo social, hipopótamos y más… estos temas, a simple vista no contienen un factor común más allá de ser temas de interés para el futuro y la vida como la conocemos, siendo entonces importante el papel de la ciencia en su estudio, análisis y comprensión. Es por ello por lo que día tras día, hombres y mujeres en todo el mundo se levantan cada mañana a trabajar en el diagnóstico, el entendimiento y la búsqueda de soluciones a estos y otros muchos más problemas que enfrenta la humanidad, a despejar sus dudas y resolver sus interrogantes; horas y horas de estudio y trabajo enfocadas en desentramar los secretos del universo, la vida y todo lo demás.

A veces no se trata solo de los problemas que vivimos con nuestros sentidos y no por ello deja la ciencia de tener una razón que justifique su actuar; a veces sus métodos son complejos, llenos de números, modelos y algoritmos y a veces se trata solamente de abstraer las ideas, o conversar y escuchar y ello no implica que existan campos superiores del saber definidos por su método o sus herramientas; a veces dividimos en categorías su enfoque y su utilidad, apelando a conceptos como pura, básica, aplicada, social y muchos más, pero no es eso tampoco excusa para afirmar que existan jerarquías. A veces no entendemos incluso para qué o por qué y muchos menos el cómo, y sin embargo esto no justifica decir que no vale la pena hacerla y mucho menos, negarla. Y, aun así, hoy en día parece que cada una de estas y otras aseveraciones están dando paso a un discurso de negación y ataque a la ciencia, con un especial énfasis en destruir a las personas que trabajan en su favor.

En tiempos de incertidumbre es normal que aparezcan pócimas milagrosas, vendedores de humo y charlatanes, mercaderes de la duda cuya existencia se basa en lucrarse de la ignorancia o la desesperación de aquellos a quienes apuntan sus tácticas. Para estos la verdad no importa y son capaces de negarla aún siendo evidente; para ello apuntan a teorías de conspiración, al orgullo de sus interlocutores, al marketing de su imagen y con mucha fuerza, a la negación de la ciencia, acto cuyo único fin es levantar un marco de dudas en las personas que busca engañar mediante una estrategia basada en las incertidumbres de una, contra la seguridad que ofrece su solución milagrosa.

Esta estrategia de negación aplica hoy de la misma manera en cualquier campo. Agotadas las teorías de la conspiración y los engaños, que se desbaratan fácilmente por su irracionalidad, el mercader de la duda concentra su ataque en la persona: primero sus títulos, después sus ideas, su pinta, su estrato social, sus gustos o cualquier cosa que pueda ser puesta en una balanza moral que le reste credibilidad. Son comunes los ataques directo al ego, a los privilegios de quien toma la vocería de la razón, los datos y los argumentos. Se desestima al interlocutor con menciones que desdibujan el tema para buscar una salida en falso que permita justificar barbaridades porque el otro se cree más, porque no se le entiende, porque tiene intereses ocultos, gustos exóticos, o deseos tan simples como recibir una remuneración por su trabajo. La idea es simple: minimizar la credibilidad de quien realmente sabe y puede dejar al charlatán en evidencia.

El propósito es destruir a la persona para reclamar esta victoria como un triunfo de las ideas; llevar al interlocutor al límite de perder la paciencia, hacerse bloquear en redes, conseguir un insulto o cansarle hasta que no diga más y luego con ello cantar victoria. No tienen argumentos y por ello necesitan dañar la imagen del otro y noto con preocupación, que han abierto un nuevo frente que me preocupa y me molesta: sin importar el tema en discusión o las personas involucradas, están enfilando su arsenal directamente contra las mujeres, esta es su nueva forma de lucha, que además aplican en pandilla como matones de colegio; hoy en día los negacionistas exhiben altos grados de misoginia mientras posan de estar de lado del conocimiento y el aprendizaje y otras mentiras más, debe ser que en su mundo de absurdos piensan que las mujeres en ciencia serán una presa más fácil de su estrategia de ataque. Quién sabe cómo funciona, si es que lo hace, la mente de alguien que reniega del conocimiento.

Creíamos que con mayor acceso a la información y el conocimiento la sociedad evolucionaría hacia niveles superiores de bienestar y desarrollo, pero en la vida real los negacionistas son un freno, un lastre que aún hoy, nos sigue impidiendo avanzar en la construcción de un futuro mejor. Su enfoque es convencerte de que te quieren engañar o te quieren robar mientras te preparan para comprar su solución que si funciona. Claro que es difícil, porque siendo honestos, la ciencia y sus divulgadores intentan hacer lo mismo y así entonces, ¿Cómo saber en quien puedo confiar? Empieza por ver quien defiende los argumentos y quien ataca a las personas. Analiza quien vende certezas (que casi siempre son humo), milagros y vanidad (porque te van a contar un secreto que nadie más sabe y que personas muy inteligentes no han entendido). La ciencia no hace promesas y, al contrario, te deja claro que la incertidumbre existe, aunque los números que apunten a las probabilidades de éxito o fracaso sean como los que exhiben las propagandas de los jabones antibacteriales.

Si quieres más señas, además de poseer verdades reveladas, invitan a descreer lo aprendido, a dudar del método científico y abrazar otros saberes, cuentan historias de errores científicos y acciones oscuras hechas con mucha ambición y falta de ética (porque si, estos existen), difunden paparruchas y anécdotas de premios Nobel que fueron borrados de las redes por el sistema, posan de expertos porque lo han aprendido y vehementemente defienden su derecho a opinar, intervenir y dar cátedra en aquello para lo que no se han preparado (o tal vez tengan un curso básico). Y si bien los títulos no son garantía, no creo que un día quieras que te opere el corazón alguien que vio horas de videos en YouTube mientras hacía un viaje espiritual de un fin de semana en que le enseñaron a operar.

Y un día, cuando su credibilidad se acentúa y menos te lo esperes, algo te van a vender y por favor: no importa si es agua de meteorito, criptomonedas, purgante para caballos, NFTs, libros de ayuda y superación, conferencias, certificaciones, café que cura el cáncer, pastillas para explotar el 100% de la capacidad cerebral, gotas para dormir 10 horas en 2, pelitos de la biblia, membresía de una pirámide que no es pirámide, batidos milagrosos, tratamientos alternativos, conocimiento ancestral, o una campaña política… no les compres, porque lo que sea que te ofrezcan, siendo humo, se desvanecerá.

Fundador por accidente de los Juanetes. Solamente alguien que desea a ratos compartir las ideas que se agolpan en su cabeza.

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