Partimos del principio evolucionista de que la humana es una especie animal. Somos mamíferos evolucionados o al menos algunos de nosotros, si a usted lo hizo Dios, le resultará extraño en este texto la comparación de nuestra clase política con algunas especies animales en su comportamiento social.
¿Podemos soñar con un país sin corrupción?, ¿podemos creer que habrá una Colombia mejor?, ¿Podemos entender mejor a los políticos si nos fijamos en los animales?. La etología, es la ciencia que estudia el comportamiento animal y puede responder afirmativamente a estas preguntas pero para ello debemos observar detenidamente el comportamiento de algunas especies animales.
Tomemos por ejemplo una manada de leones, el rey de la selva: el macho “defiende” a las leonas y al territorio. Las leonas son quienes trabajan y consiguen los recursos, el macho “administra” los recursos y se aparea con las leonas, todo funciona bien mientras el macho no se haga viejo, no pierda vigencia, control del territorio o no lleguen nuevos machos. Cuando llegan nuevos machos, jóvenes más fuertes, vigorosos y con melenas sobresalientes, el Status Quo de la manada puede variar. Hay desafíos entre leones jóvenes y viejos, hay enfrentamientos y puede o no haber sangre, las leonas se hacen al margen o defienden en ocasiones al macho pero al final el heteropatriarcado prevalece y las leonas pierden la elección; hay un nuevo león. Este, con los mismos privilegios del anterior. Las leonas siguen trabajando por él y lo dejan aparearse con ellas, de hecho, los leones matan a los cachorros, forzando a tener una nueva prole.
En nuestra sociedad sucede los mismo, tenemos un león que es la clase política, nosotros, el pueblo, somos las leonas. Nuestro león “administra” nuestros recursos y nos “protege”, todo funciona bien hasta que llegan las elecciones, ahí nuestro león no esta haciendo las cosas bien y llegan otros leones a mostrarnos maravillas. La historia muestra que los leones son las mismas familias de siempre, que se reparten el poder y el territorio con el anterior líder(león) y nosotros el pueblo(las leonas) seguimos generando los recursos y haciendo el trabajo. Mientras ellos “los leones” del establecimiento se mecatean los recursos en cositas, compran aviones de guerra, helicópteros italianos, tanquetas y nosotros viendo como el café se convierte en un producto suntuario en el país productor del mejor café suave del mundo. Mismo país que tiene el mejor jugador de fútbol del mundo sin balón y el mejor plan de vacunación del mundo sin vacunas.
Los bonobos son una clase de chimpancé que tiene como particularidad arreglar sus problemas y conflictos bélicos a través del sexo. Esto podríamos compararlo con la mermelada, los cupos indicativos y los aumentos salariales que la clase política se hace cada tanto. Cada vez que hay un conflicto, entre ellos mismos para evitar problemas, se dan amor; los bonobos lo hacen con sexo, los políticos se aman con plata.
Las gaviotas y pelicanos, se instalan en el mástil mayor, en la parte de arriba en estructura jerárquica. Cuando el mayor quiere demostrar su poder, le pega al de abajo y así sucesivamente. La justicia en Colombia actúa a la inversa. Cuando los de la parte baja de la pirámide claman justicia, son jerarquizados y ni modo de quejarnos de los casos renombrados como interbolsa, porque aparece la mano derecha de la madre naturaleza con el vencimiento de términos para dejarnos sin piso jurídico. Ah y por favor no hablemos de los permisos y privilegios de los reos en nuestro país, que existen y se tienen solo si eres miembro de una camada de leones.
Uno de los problemas de la democracia, en palabras de Ikram Antaki, es que pone en el campo de la decisión a los que saben poco e ignoran su ignorancia. Si supiéramos un poco más de etología, podríamos analizar el comportamiento de nuestros políticos, si nos fijáramos más en la gallina que tenemos en el patio, entenderíamos porque los huevos son de oro.