En defensa del miedo

Es increíble como la sociedad basada en una idea absurda de virilidad ha generado una división totalmente disfuncional de las emociones, clasificándolas en positivas y negativas relacionando el sentir con debilidad o fortaleza. Este es el origen de la gran mayoría de problemas de salud mental que enfrentamos hoy. Es importante decir que las emociones no son ni buenas ni malas, simplemente son, los seres humanos sentimos y no podemos evitarlo, por lo tanto, los juicios de valor sobre ellas los hacemos nosotros mismos y olvidamos que cada emoción tiene una razón de ser, una utilidad.

Los seres humanos hemos sido particularmente injustos con la tristeza y el miedo, las juzgamos, las anulamos, hacemos todo para no sentirlas, hasta nos burlamos de ellas. La tristeza es debilidad y el miedo es cobardía, las relaciones fatales que hemos hecho. Ahora, la pandemia nos ha llevado a validar la tristeza, finalmente reconocimos que esta bien estar tristes, pero le hemos dado muy duro al miedo, hemos sido muy injustos con esa emoción y, por tanto, con nosotros mismos.

El miedo es una reacción que activa un sistema de alarma en el cerebro cuando aparece una amenaza para la vida, la autoestima, el autoconcepto o la integridad de algo o alguien significativo para nosotros, por lo tanto, es fundamental para la supervivencia. Nos hace sudar, temblar, incrementa el ritmo cardiaco, genera tanto malestar que nos puede paralizar o hacer correr con mucha fuerza, lo cierto es que nos lleva a tomar acciones que eliminen el peligro y nos devuelvan control y seguridad, normalmente es de corta duración. Si no tuviéramos miedo tendríamos conductas tan temerarias que constantemente nos pondríamos en riesgo, no cerraríamos la puerta de la casa permitiendo que cualquiera pueda entrar.

De esta manera, el miedo está presente en cada paso y decisión que tomamos en la vida, cada vez que hacemos balances riesgo-beneficio la emoción predominante es el miedo. Algunas personas toman más riesgos que otras porque las emociones no se manifiestan ni se expresan igual en todo el mundo, pero eso tiene que ver con las estrategias de afrontamiento de cada uno, no con la emoción en sí misma.

Ahora, pongamos esta emoción en el contexto de la pandemia. Estamos enfrentando una amenaza real pero invisible, pues sabemos que nos puede matar a nosotros o a nuestros seres queridos, pero no la podemos ver, es más que razonable que esa realidad produzca miedo. Pero tenemos un problema, covid-19 no es un atraco que dura dos minutos y nos da oportunidad de reaccionar y recuperarnos, sino que es una situación que se ha mantenido por más de un año, que no sabemos cuando va a terminar y que, además, quienes toman las decisiones están llenos de incoherencias y tienen a disposición unos medios de comunicación que no son de gran ayuda. De esta manera, la emoción no puede ser momentánea, sino que se ha mantenido con nosotros por largo tiempo y cuando intentamos adaptarnos a ella ocurren nuevos cambios en las decisiones o en el medio que, en lugar de proporcionar calma y seguridad, incrementan la percepción de riesgo y, por lo tanto, el miedo.

A esto se suman todas las condiciones sanitarias, socioeconómicas y políticas que hacen parte de la experiencia. Ahora nos sentimos indefensos, tenemos mucho tiempo cuidándonos, luchando con los “irresponsables”, resignándonos a los cambios rápidos que se van presentando, empezamos a sentir que la situación nos supera y que tenemos pocas herramientas para defendernos, estamos cansados y asustados.

Al mismo tiempo, estamos viendo que algunos que poseen determinados conocimientos, descalifican el temor de las personas y solo contradicen cualquier indicación que pueda servir para en lo posible cuidarse. “Histeria colectiva” le han llamado a un miedo genuino ante una situación, que han denominado “show” y que para la gran mayoría de las personas es imposible enfrentar con certeza. Si existiera un manual para enfrentar una pandemia se aceptaría esa idea de “histeria”, pero como no existe, como la mayoría no sabe ni tiene que saber de epidemiologia o inmunología, el miedo es totalmente valido, así como las estrategias de afrontamiento que de se derivan de este. Todos estamos haciendo lo mejor que podemos para enfrentar la situación y sobrevivir a ella. Así como esta bien estar tristes, también está bien tener miedo. Hemos perdido a muchas vidas, negocios, dinero, planes, proyectos. Hemos perdido la tranquilidad y la incertidumbre se mantiene en su máximo nivel. Tenemos miedo y equiparar el miedo con trastornos mentales porque unos tienen determinados conocimientos y otros no, es sencillamente irrespetuoso.

¿Qué tal si dejamos de usar el conocimiento para invalidar las emociones del otro y más bien lo enfocamos en exigir coherencia en las decisiones sobre el manejo de la pandemia?

💚Psicóloga Feminista (Ella/She/Her) 🤍Terapia de Duelo por Fallecimiento 💜Acompañamiento en Violencia Basada en Género

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