¿Dónde están las feministas?

Esa es la pregunta que se hacen muchos (y muchas) – que no leen a las feministas – cuando pasa básicamente cualquier cosa. La última vez fue hace un par de semanas, que con motivo al Día Mundial de la Prevención del Suicidio (10 de septiembre) vieron las cifras de suicidio en el país y descubrieron lo que siempre ha sido un secreto a voces: los hombres son los que más se suicidan; y sí, pues el porcentaje de los suicidios consumados en ellos es de 83% frente a 17% en las mujeres (1), pero las mujeres son quienes más lo intentan con un 62,7% de los casos frente al 37,3% de los hombres (2).

– Aja, sí Ana, eso ya lo sabemos, pero ¿y las feministas? –

Espéreme un momentico que ese no es el punto álgido del asunto, ya le voy a contar donde estamos la feminista ante esto.

Hablemos primero de salud mental. Lamentablemente mucha gente la define desde la ausencia de la enfermedad. En términos simples, esto tiene sentido ya que, si la salud mental es igual a la salud física, entonces si cuando me hago exámenes y todo sale dentro de los parámetros normales tengo salud, uno pensaría que la salud mental depende de la ausencia de una serie de síntomas ¿cierto?

– Aja –

Pues no, si fuera así de simple Twitter habría desaparecido hace mucho rato y el coaching no existiría.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que la salud mental “es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad. En este sentido positivo, la salud mental es el fundamento del bienestar individual y del funcionamiento eficaz de la comunidad” (3).

– ¡Ay! Ana, estás dando muchas vueltas para decir dónde están las feministas en todo esto ¿si ve que no tienen argumentos? –

Calma hombre, que la impaciencia puede ser señal de un problema de salud mental. Ya te voy a contar. ¿Has tenido, aunque sea, la curiosidad de preguntarte por qué los hombres se suicidan más que las mujeres?

– Sí… No… No sé, yo quiero saber es ¿Por qué las feministas no hacen escándalo, rompen vidrios y rayan paredes por eso? ¡Claro! Como ustedes odian a los hombres. –

¿Cómo que no? Espere yo le cuento. Sobre el suicidio existen varios frentes explicativos, sin embargo, sabemos que es un comportamiento influenciado por muchos factores y precipitado por situaciones que se convierten en eventos desencadenantes, lo que significa que un suicidio no tiene una única causa, por eso es tan complejo. Ahora, las perspectivas biológicas tradicionales, asumen el suicidio como un fenómeno individual y explican la prevalencia en los hombres desde las características de impulsividad y agresividad determinadas por la testosterona.

– ¡Ah, claro! Tiene sentido, no ves que a los hombres nos cuesta más controlarnos, pero como ustedes no quieren reconocer eso y siguen saliendo en minifalda para provocarnos –

(Diosa mía bendita dame paciencia…) A ver, si eso fuera cierto entonces TODOS los hombres tendrían al menos un intento de suicidio y eso no es cierto, por eso el determinismo biológico no es suficiente para explicar un fenómeno tan complejo como este.

Desde las ciencias sociales, que no desconoce lo biológico, sino que ubica al sujeto en un contexto en el que vive inmerso más allá de la biología, explicamos el suicidio como un fenómeno colectivo basado en las interacciones y relaciones vinculares que establecemos a lo largo de la vida en la familia, la escuela, el trabajo, la comunidad, etc., y así, en que tanto cumplimos o no las expectativas que la sociedad tiene sobre nuestros roles en dichas interacciones. Por eso Durkheim en sus estudios sobre el suicidio concluye que cada sociedad genera las condiciones para que las personas sean más o menos susceptibles al suicidio (4).

– ¿Ahora me vas a decir que nosotros somos culpables de que la gente tenga enfermedades mentales y se suicide? ¡Eh! No falta sino que me salgas con el cuento ese del patriarcado. –

Bueno, finalmente estamos de acuerdo en algo y te voy a hablar solo de ustedes, los hombres. Pensemos en las condiciones socioeconómicas de hoy ¿cómo está la situación laboral?

– ¡Pues en la inmunda!, no ves como todo esta jodido porque este gobierno… –

Calma que esto viene de mucho antes al gobierno actual, pero si, la situación está complicada, tenemos un déficit importante de oportunidades que causan altos niveles de angustia, estrés y frustración. La cosa es que una estructura social patriarcal presiona a los hombres, los que más se suicidan, a cumplir con los estándares de una masculinidad hegemónica, es decir, aquella poderosa, autoritaria e inquebrantable, educándolos en la lógica de seres productivos, proveedores y con la obligación de alimentar y proteger a la familia, conformada por individuos que no tienen la capacidad de aportar (mujeres, niños y ancianos), por lo tanto, los hombres no pueden tener emociones, pues si son inquebrantables nada puede afectarlo, las emociones son un asunto de las mujeres y los niños. Con eso, a ustedes les han quitado…

– Pero eso cierto, ustedes son más emocionales que nosotros, siempre andan haciendo drama. –

Ummm, bueno, como te decía, de esa manera a ustedes les han quitado, mejor dicho, robado, el derecho a sentir, los han querido convertir en robots bélicos que tienen permitida la violencia para resolver todo, pero no pueden sentir tristeza o reconocer que sienten rabia por nada del mundo, porque que oso un guerrero triste. Les han quitado la humanidad.

¿Vas viendo la relación?

– Emmmm… ¿Y las feministas qué? –

Vale, aquí es donde aparecen los estudios de género a explicar como los roles de género influyen en fenómenos como el suicidio. Para el patriarcado la mujer no es importante, no tiene identidad, pero ayuda a definir la identidad del hombre. De esta manera, si el estatus otorgado por la masculinidad hegemónica depende de la capacidad de producción para proveer y dominar del hombre, pero este no encuentra oportunidades que le permitan cumplir con esas obligaciones y estándares, su identidad se verá quebrada a tal punto que pierda estatus y termine casi al nivel de la mujer: sin importancia alguna, sin identidad, sin los privilegios de los que gozan solo por nacer hombres (5). Una ruptura de la identidad de este tipo necesariamente va a afectar los signos vitales psicológicos y la…

– ¿Signos vitales qué? –

Psicológicos, que son la sensación de seguridad en el mundo que habitamos, el sentido de vida, la capacidad de actuar y resolver problemas, el sentir que somos importantes para otros, poder expresar las emociones y la capacidad de autocuidado, pero explicar eso da para otra columna de Los Juanetes y se nos está acabando el espacio aquí.

El caso es que cuando se pierde la identidad porque no podemos cumplir las expectativas del rol social, disminuyen esos signos vitales, se genera un sufrimiento intenso que es difícil reconocer y manejar sobre todo cuando les han quitado el derecho a ser vulnerables, a sentir las emociones propias de un ser humano y la muerte empieza a ser lo único que tiene sentido porque permite acabar no solo con el sufrimiento sino con la vergüenza de la pérdida de virilidad por cuenta de la falta de oportunidades para mantener el rol, entonces aparece el comportamiento suicida. La salud mental se pierde en la medida que perdemos capacidad para enfrentar el estrés normal de la vida, de ser productivos y aportantes para la comunidad, que en un primer nivel corresponde a la familia.

Si esto lo asociamos con el hecho de que los hombres son más impulsivos y agresivos, no solo por el determinismo biológico mediado por la testosterona, sino porque nunca les enseñaron a regular y controlar las emociones que producen esas conductas (lo cual es perfectamente posible) porque iría en contra de la imagen ideal de la masculinidad: poderoso, fuerte, bélico; entonces encontramos que los métodos de suicidio que utilizan los hombres son mucho más violentos y por lo tanto más eficaces para acabar con la vida. Diferente a las mujeres que, incluso en esos momentos, parecen buscar cuidar el cuerpo y el escenario en el que las van a encontrar (que son los lugares donde históricamente la mujer ha construido su identidad, espacios físicos, materiales y manipulables por el patriarcado) a través de métodos menos violentos y muchas veces (no siempre) menos eficaces.

– Aja, listo, entonces los hombres se suicidan más por el patriarcado, pero ¿y las feministas qué? –

Pues las feministas siempre hemos estado ahí, llevamos una lucha histórica para que nos devuelvan nuestro derecho a vivir y configurar nuestra propia identidad, para lo que es necesario tener un control propio de nuestro cuerpo, nuestros territorios y nuestros bolsillos, sin tener que definirnos a partir de ustedes, los hombres. Sí eso ocurre, es decir, solo si el patriarcado cae, ustedes dejarán de tener la obligación de responderle a una masculinidad hegemónica que, en últimas, mantiene en un riesgo latente la salud mental, de ustedes y de nosotras.

Nota: no existe un solo problema político, económico, social e incluso ambiental que no se pueda explicar desde lo estructural del sistema patriarcal, pues todos tienen que ver con una lógica de poder sobre todo aquello que no sea el patriarca, aquello que lo define por oposición comparativa (fuerte-débil, ganar-perder, etc.). Por lo tanto, el feminismo está estudiando y analizando estas situaciones y luchando por acabar estas estructuras desde mucho antes de que los lideres actuales nacieran, así ellos, machos modernos, quieran obviarlo y apropiarse de luchas que no les pertenecen.

💚Psicóloga Feminista (Ella/She/Her) 🤍Terapia de Duelo por Fallecimiento 💜Acompañamiento en Violencia Basada en Género

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