superacion

Del Charquito a las estrellas

Ingeniero, que pena, es que el director nos pidió tomar una foto con más contexto

Era el día de la madre del año 2016 y mi hermana había querido darle un homenaje a nuestra madre, postulando su historia para ser contada en El Heraldo, recibimos la visita de periodista y fotógrafo un día entero, contamos historias, nos hicimos un foto estudio y compartimos un buen momento con la excusa de rendir homenaje a las madres a través de nuestra propia historia. la llamada llegó una o dos horas después del ajetreo de la tarde y el silencio nos llenó cuando entendimos de qué se trataba “el contexto” que había pedido el director del periódico en aquella época. su maravillosa idea consistía en borrar a mi hermana de las fotos (tomando unas nuevas solo conmigo), porque en la portada del periódico, el día de las madres, era mi historia la que vendía; de otra manera no se explica volver a mandar un fotógrafo a rehacer fotos de una familia que salió adelante con una madre soltera y dos hijos, dejando a uno de estos por fuera de las fotos.

Mi historia es una de tantas historias de superación que salen a diario y sirven de ejemplo a las nuevas generaciones, y siendo honestos, es una de las más aburridas o las menos de mostrar. Si, superamos la pobreza en menos de 11 generaciones, un par de veces, muy pocas, no sabíamos qué comer o no teníamos con qué, caminé por horas y kilómetros y es la única actividad física que disfruto, pero también tuve suerte en las rifas genética, económica y social. Conozco personas con historias mucho más admirables y anónimas, historias que llenan de esperanza y bonitos sentimientos. Historias qué, al igual que la mía, y la de muchos otros, no deberían existir.

Ahora no me malinterpreten, las historias de superación y crecimiento son necesarias en nuestra época, necesitamos niñas y niños que aprendan y se interesen por la ciencia, por el saber, por el arte o por cualquier cosa que sea imaginable y deseable, pero no deberían ser las historias las protagonistas de la narrativa que impulsa la idea de que si quieres, puedes; mientras el sistema está diseñado para perpetuar el desbalance de los privilegios. La romantización de la pobreza y la injusticia se vuelven un instrumento de poder, control, rating y demonización; nuestras historias de superación, aunque estén llenas de enseñanzas inspiradoras, se convierten en un instrumento de perpetuación de las condiciones de un entorno diseñado para que nadie salga del círculo en poco tiempo.

Según algún estudio que leí en algún momento, se necesitan 11 generaciones por norma para salir de la pobreza… y claro, cada vez que alguien sale de un pueblo, con una maleta cargada de sueños, el bolsillo roto, los zapatos gastados, el camino polvoriento y llega a hacerse un nombre en algún campo de la actividad humana, superando el sino marcado sobre su historia, merece un reportaje en medios. Nuestras historias de superación son también historias de privilegio; inspiradoras quizá, y necesarias en múltiples contextos, también. Pero hace rato ya que deberíamos dejar de haber sido excepciones en este sistema.

– Cuéntenos su historia de superación. ¿Cómo llegó hasta aquí?

– Crecí en un estado que garantizaba mis derechos sin privilegiar a otros por encima de mi.

Fundador por accidente de los Juanetes. Solamente alguien que desea a ratos compartir las ideas que se agolpan en su cabeza.

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