Campaña Electoral con Gafas Violetas

Esta campaña electoral ha tenido dos características muy particulares. Por un lado, ha sido tremendamente aburrida y por el otro, la violencia machista no ha dejado de protagonizar los diferentes espacios. A las feministas nos increpan con frecuencia porque aparentemente ya tenemos todos los derechos garantizados, entonces ¿por qué seguimos molestando?, una pregunta que podríamos responder desde diferentes campos, pero hoy me voy a dedicar a lo que hemos visto en cuanto a la participación política.

Las mujeres colombianas han participado activamente en política aproximadamente desde 1890, empezando por las luchas de las tierras y obreras. Recién en 1930 se reconocen nuestros derechos patrimoniales, en 1935 ingresamos a la universidad y en 1936 se reivindica el derecho a ocupar funciones públicas; en 1954 se logra el derecho a elegir y ser elegidas, en el 57 votamos por primera vez en la historia. Hasta 1991 no tuvimos una mujer ministra y en el 94 la primera candidata presidencial. Esperamos hasta el 2011 para verlas liderando un partido político y la Fiscalía General de la Nación y en el 2018 la primera mujer vicepresidenta (1). El recorrido ha sido largo, se han logrado avances importantes en participación política pero aún estamos subrepresentadas, especialmente en cargos de poder para la toma de decisiones, ya que a pesar de ser el 51% de la población las mujeres ocupan hoy el 21,3% en el Senado y 24,5% de escaños legislativos, el 12% de las alcaldías y 44,7% de cargos directos del Estado, por nombrar algunos ejemplos (2).

Estas brechas en el tiempo y la subrepresentación responden a una serie de barreras sociales y culturales manifestadas en violencias políticas que las mujeres tienen que atravesar, como si fuera un impuesto especial por atreverse a participar en política. Repasemos algunas expresiones presentes en la campaña actual.

Trato discriminatorio en medios de comunicación. Esto ha sido más que visible con los debates y entrevistas realizadas, tanto en las invitaciones como en los contenidos que varían en frecuencia y calidad según sí se trata de un candidato o una candidata. A Francia Márquez se han visto obligados a invitarla a los debates por pura presión en redes sociales y en ella se configuran componentes de violencia de género, racismo y clasismo, lo que fue evidente cuando apareció Ingrid Betancur en la escena electoral y hubo una tendencia para invitarla más a ella que a Francia, a pesar de llegar después a la contienda y en el hecho de que las entrevistas con ella se centran más en su vida e historia personal que en sus propuestas e ideas para el país. Preguntas sobre lo que significa para ella estar en la carrera electoral como mujer negra y sobre sus posturas frente al aborto y las violencias versus su maternidad, son preguntas condescendientes e intrusivas que se pueden clasificar de ninguneo pues si bien es muy valioso el significado que tiene para ella estar donde está, lo más importante es el rol que hoy esta ocupando. Eso es violencia y es violencia machista.

Con Ingrid Betancur han pasado muchas cosas. Personalmente no la considero una buena candidata, pero eso no le da derecho a nadie a atacarla como mujer ni por su condición de víctima del conflicto armado. Querer tenerla a ella por encima de Francia en lugar de invitarlas a las dos, dejó la sensación de que solo querían una presencia femenina pero no para escucharla, sino para la foto, lo cual es una terrible instrumentalización machista de su persona. El episodio con Alejandro Gaviria fue muy diciente ya que, si bien podemos criticar su cuestionamiento en ese escenario, la reacción del candidato fue agresiva desde lo verbal y desde la corporalidad, lo cual no hemos visto respecto a ningún otro contrincante hombre y se manejó de tal manera que pusieron todo el peso de su incapacidad para ponerse de acuerdo y construir juntos sobre ella, fue el chivo expiatorio de esa coalición. Ingrid tiene muchas cosas para criticarla, desde su desconocimiento del país y poca preparación para esta competencia hasta su insistencia de no usar maquinarias y luchar contra la corrupción si tomamos en cuenta que ella viene de familia política tradicional y tiene familiares participando en la contienda, pero han preferido señalarla especialmente desde su condición de víctima del conflicto, que también tienen otros candidatos hombres con sus diferencias experienciales, pero que no se les cuestiona por eso. Eso es violencia y es violencia machista.

Tenemos otras dos candidatas que no han tenido ninguna plataforma. Arelis Uriana por el Pacto Histórico que además representa a la comunidad indígena y Aidée Lizarazo del Equipo por Colombia. Rara vez las vemos en los debates y las pocas entrevistas que les hacen no se les da tanta publicidad como al resto. Puede que tenga que ver con ellas mismas no han hecho tanta fuerza para darse a conocer, pero han estado presentes en la contienda sin tener espacios en los medios de comunicación. Alejandro Char, a quien gran parte del país no le conoce ni la voz, ha tenido más presencia en los medios y encuestas como candidato que estas mujeres, a pesar de su ausencia en todos los espacios, ausencias que no han tenido ellas. Y además, sería muy interesante conocer el presupuesto con el que cuentan las candidatas para la campaña respecto a sus contrincantes hombres, pues es común que las mujeres cuenten con menos dinero para llevar a cabo sus acciones políticas, lo que las hace aparecer menos y que se llama violencia económica y que de hecho fue una línea que alcanzó a rozar el CNE con el retraso para desembolsar el anticipo de la financiación estatal para la campaña de Estamos Listas. Eso es violencia y es violencia machista.  

Incluso cuando hacen debates o encuentros con puras candidatas mujeres, las preguntas dejan mucho que desear, van quemando el tiempo en lo anecdótico y preguntas personales sin profundizar en las propuestas e ideas para el país. Son candidatas al senado, a la cámara, a la presidencia, la mujer hace política desde 1890, pero todavía las ven como un fenómeno en campaña, muchas de estas mujeres nos van a gobernar y los medios no son capaces de centrarse en lo importante: su visión de país. Eso es violencia y es violencia machista.

Las exigencias que se les hacen a las mujeres frente a los hombres sobre sus capacidades para gobernar. Cuando uno habla de que las mujeres queremos el poder lo primero que muchos hacen es la odiosa pregunta: ¿Será que Colombia si está preparada para que las mujeres gobiernen? Primero no tiene que ser Colombia la que esté preparada sino las que se están postulando y segundo, puede que muchas mujeres no lo estén, pero es que ni las escuchan antes de abiertamente sentenciar que no es su tiempo, que espere, que pase por otros cargos primero y así cualquier argumento que diga que no hay capacidad práctica, profesional e intelectual para ocupar cargos de poder. Por ejemplo, Rodolfo Hernández ha demostrado una y otra vez que tampoco esta preparado, pues no conoce el país y su manejo emocional no es el más regulado y sigue siendo un candidato con opciones cuyos descaches generan risas nerviosas, pero nunca el ataque que se le hace a Ingrid, quien ha evidenciado lo mismo. Eso es violencia y es violencia machista.

Descalificación. Sandra Borda por su parte, publica un vídeo hablando de ella, de quién es, de dónde salió, cómo llega a la política, mejor dicho, respondiendo de una vez todas las preguntas con las que los medios queman el tiempo cuando entrevistan mujeres y el público decidió invisibilizarla como candidata para señalarla por no tener una historia de precariedad. Lo cual contrasta con Fernando Posada que saco un vídeo con la misma intención y a él sí lo cuestionaron en su rol como candidato, además por supuesto de otra serie de burlas innecesarias en las cuales muchos llegaron a “feminizarlo” para desacreditarlo. Eso es violencia y violencia machista.

Jornadas más exigentes. La familia de la mujer es otro blanco de ataque que no tienen los hombres. Lo vimos con Paola Ochoa y su nombramiento como formula vicepresidencial de Rodolfo Hernández, frente a lo que solo les haré una pregunta ¿Cuándo han visto que un hombre decline una aspiración política por cuidar a la familia? La respuesta es violencia y es violencia machista.

Simulación en la implementación de paridad. Lo sucedido con las listas al senado y cámara del Pacto Histórico también fue muy diciente. Se jactan de listas paritarias, pero eso es en teoría, en la práctica la representatividad no es ni será real y a las mujeres que llamaron la atención sobre esto fueron catalogadas de histéricas. Esas asignaciones y substituciones arbitrarias cuando el compromiso era otro, así como está ocurriendo con la negativa de Petro a mantener lo acordado frente a la vicepresidencia ahora que Francia está ganando terreno en la contienda deja mucho que desear sobre esta coalición frente a las mujeres. Y al final lo mismo ocurre con el resto de los candidatos hombres que expresan que sí o sí su fórmula tiene que ser una mujer, que parece no importar cual siempre que tenga vagina. Eso es violencia y es violencia machista.

Podría seguir enumerando conductas violentas en esta campaña, pero tendríamos que hacer una tesis y no es la idea. El punto es que no se trata de elegir mujeres por ser mujeres, se trata de permitir su participación en igualdad de condiciones que los hombres para que puedan competir y alcanzar cargos de poder y eso requiere antes que nada respeto por quien está ahí disputándose el poder, así las encuestas digan que no tiene posibilidades. Esto no es un asunto solo de los medios o políticos, todo lo que ha pasado con las mujeres en la contienda es un asunto estructural de la sociedad que aún hoy, después de más de 100 años de lucha y logros en nuestros derechos, nos siguen menospreciando y subestimando. La mujer no ha llegado con fuerza al poder político no porque no esté preparada, sino porque el patriarcado se encarga de poner barreras cada vez más sutiles, pero igual de difíciles de superar. Cambiar eso depende de todas, todes y todos y la formula es simple: respeto.

Finalmente, si de verdad quieren cambiar la realidad del país, piensen que los hombres han gobernado toda la vida y con ellos llegamos al desastre que tenemos hoy. Sean valientes y voten por mujeres, que candidatas hay y muy buenas. 

Pequeño cambio de tema: hay que seguir celebrando la despenalización del aborto hasta las 24 semanas. No es un logro completo, pues esperamos una despenalización completa, pero es un avance gigante sobre la autonomía y control del primer territorio que habitamos las mujeres: nuestros cuerpos. Y que más allá de todas las implicaciones de salud pública que tiene esta sentencia de la Corte Constitucional, es un reconocimiento a nuestro derecho a decidir, que es exclusivamente nuestro. Entramos en la marea verde latinoamericana pisando fuerte, tomando la delantera y eso, eso no lo para nadie.

Mujer, Psicóloga, Venezolana, Colombiana, Feminista, Pro-Autonomía Psicóloga/Directora Organización Duelo Contigo @duelocontigo http://duelocontigo.org

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