Y para qué la universidad en la era virtual?

Sara Echeverry Jaramillo PhD.

Nómada no profesional. Pa cuando por el mundo en bici y empezar de nuevo? Llámame doctora mamerta.

Por si queréis leer un poquito más de mí y mis escritos: https://saraecheverry.blogspot.com/

Sara Echeverry 🇧🇪 🇨🇴🏳️‍🌈 (@saraecheverry) / Twitter

Hace tiempo vi un video de un Youtuber español donde explicaba los pros y contras de ir a la universidad en nuestra época. Me dejó pensando mucho en las opciones que tenemos hoy en día y cómo la vida se ha transformado al punto que los jóvenes cada vez se deciden menos por asistir a educación superior y prefieren irse por campos más prácticos, donde la experiencia es más importante que la teoría.

A mí me educaron con ese pensamiento de “el estudio es lo único que te puedo dar”, así que me sentía también obligada a estudiar para, entre comillas muy grandes, “ser alguien en la vida”. Porque según esto, sin estudios no podíamos ser nadie.

Ahora, a todo eso le adicionamos el hecho de ser mujer en una sociedad en la que ser ingeniera no es del todo bien visto, porque la ingeniería, como el fútbol, son para hombres. A mí me gustaba todo lo de hombres, y también los hombres.

Lo bueno de la situación fue el hecho de crecer en una familia muy abierta y que aceptaba mis decisiones con mucho amor, acompañándome en cada paso para que yo pudiera ser lo que quería ser. Menos futbolista, eso no podía ser, porque “los estudios primero”.

En un país como Colombia, donde la educación superior es un derecho de pocos, claramente mi mejor opción era estudiar en una universidad privada. Mi papá lo hizo, con un préstamo del ICETEX en su época, siendo un estudiante de mérito. Por qué no podía yo hacerlo si ahora ni siquiera necesitaba endeudarme o endeudar a mi familia? Así lo hice, con muchos altibajos, saqué la ingeniería adelante. De ahí en adelante la condición era que yo debía seguir costeando mis estudios o lo que corresponda. Y así lo hice también, con una beca Erasmus Mundus me fui a Europa y ahí me quedé.

Lastimosamente, esa situación tan ideal no es la misma para todas las personas que quieran estudiar. Porque no sólo se necesitan ganas para entrar a la universidad en Colombia. Tampoco se trata de ser pilo. Es una combinación de circunstancias que nos hacen escoger el camino que más nos corresponda, y a veces, el camino está muy congestionado y muchas personas no logran avanzar en él.

La realidad es una construcción social y son muchos los factores que nos hacen tomar las decisiones definitivas para nuestro “futuro”. Está claro que un título no garantiza un buen trabajo con un buen salario, todos conocemos médicos, abogados, ingenieros que terminan en oficios completamente opuestos a sus estudios. Eso sí, según el trabajo que uno mismo anhele, puede ser una ventaja significativa tener un título profesional.

La universidad tampoco es que sea tan maravillosa como la pintan. Depende de los profesores que te encuentres en el camino, de los horarios que te toque, de los cursos que escojas, de las ganas que tengas de aprender. Porque no nos vamos a decir mentiras, un mal profesor puede cambiarte la experiencia del cielo a tierra. Un horario extremo puede aburrirte hasta los huesos. Una mala situación personal puede apagarte hasta las ganas de vivir.

Se trata de superar retos personales o familiares. Cuántas de nosotras no hemos sido la primera ingeniera, médica, abogada de la familia? Se trata de organizar el tiempo, porque clases de 6 am y 6 pm en el mismo día nos ha tocado a todos. Se trata de entender el sistema que claramente no es el mismo en una universidad europea, china, india, americana o colombiana.

Aprender no es sólo ir a una universidad, sentarse en una sala llena de alumnos ávidos (o no) de absorber ese conocimiento valiosísimo (o no) que nos transmite nuestro adorado (o no) profesor. Estudiar de manera crítica para aprender y no para memorizar, eso depende de cada uno, aunque el sistema nos anime a memorizar. Porque a cuántos no me crucé en el camino que buscaban primero la trampa antes de esforzarse ellos mismos. Cuántas trampas diferentes no habré conocido en mis estudios, y que lance la primera piedra el/la/le que nunca haya utilizado al menos una.

Entender el sistema en el que nos adentramos hace parte fundamental de los estudios superiores. Hay quienes no pueden demostrar sus conocimientos en un examen escrito, sino más bien en una presentación oral. Hay quienes no soportan el estrés de tener varios exámenes al semestre, sino que prefieren un examen final y único. Y sabemos que hay muchas cosas que no se pueden evaluar con un test. Pero la universidad tampoco es un sistema a la carta. La elección final del claustro adecuado para cada uno depende también de todo esto, y sé por experiencia propia, que uno no piensa en eso antes de escoger la universidad. Porque no es lo mismo ser ingeniera de los Andes que de la universidad Minuto
de Dios (hasta en eso somos clasistas).

También creo que la sociedad nos empuja mucho a empezar una carrera universitaria, cualquiera, con tal de no estar en la casa “rascándonos la cabeza”. Hoy en día tenemos muchas maneras de aprender y estudiar para complacer nuestras necesidades sin precisamente tener que ir a un claustro en específico. Gracias al internet podemos aprender casi lo que queramos (o desaprender, si a eso vamos), mucho más barato y en horarios que nos convienen más. Pero claramente para encajar en una sociedad como la nuestra, hay que pensar también qué es lo que yo podría aportar siendo ingeniera, historiadora o qué se yo, escritora (¿?).

Al final el título es un papel, que muchas veces es necesario para nuestro primer trabajo, acompañado de una buena media y carta de recomendación. Pero yo creo que lo más importante son las competencias aprendidas a través de las experiencias, esas nos enriquecen mucho más.

Lo bueno de la universidad es que tienes un plan hecho para los próximos 5 o 6 años. Si decides no ir, te toca inventarte el plan. Y eso tampoco está mal. Entonces, con todas las ventajas y desventajas sobre la mesa, ¿Qué podemos hacer para que las universidades sean más atractivas a los jóvenes de la era de la virtualidad? ¿Se necesita una remodelación del sistema desde cero? ¿Se necesitan escuelas específicas a cada competencia? ¿Qué (y cómo) se debería evaluar a los estudiantes? ¿Cómo hacer que la educación superior formal sea más accesible a todas las personas?

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