Resentir, resistir, decidir… vivir

A mi preciosa ahijada…

Hoy te escribo unas líneas que no espero que leas porque sigo sin encontrar las palabras adecuadas para tu edad. Me parece que esto es más para mí que para ti.

Hace unos días me llamaste con miedo, como has hecho otras veces, pero está vez no supe que responderte. Estabas asustada porque escuchaste, no me quedo muy claro en donde, que habían matado a una mujer de una forma horrible y te da miedo de que a tu mamá le pase algo así. Me dejaste helada. ¿Cómo ayudarte a paliar ese miedo si es el mismo mío y de otras tantas que conozco? ¿Cómo serte sincera sin atentar contra la inocencia que te caracteriza a tus 8 añitos?

No fue la primera vez que me llamas exaltada por las violencias que nos atraviesan a las mujeres, pero siempre han sido por cosas aparentemente pequeñas. Una tía que te dice que cuando estés grande no te puedes pintar el pelo rosado porque eso no es de niñas “de bien” y no son cosas de Dios, o que todos te regañan mucho porque no te da vergüenza decir que NO cuando no quieres algo y reclamas con fuerza el respeto que te mereces, o que tu mamá no te quiere dejar ir a una pijamada con tus amigas porque van a estar los hombres de esa casa. Por esas cositas hemos hablado mucho de lo maravilloso que es ser mujer, aunque por serlo todo el tiempo nos exigen cosas muy tontas y nos ponen a vivir situaciones incómodas que incluso a tu edad reconoces que no tienen ningún sentido. Así hemos mediado mucho también con tu mamá para que sus propios miedos y los míos, no se conviertan en una barrera para que tú vivas. Tratamos de vivas lo más segura posible.

Ante este miedo que motivaba tu llamada, te dije que estés tranquila, que en la vida pasan muchas cosas y no siempre son buenas, pero que al final logramos que todo este bien. No fui capaz de mentirte y decirte que no pienses esas cosas, que no va a pasar nada, pues como mujer, como feminista y cómo psicóloga sé que no puedo darte garantías de eso, entonces te dije que antes de darle tanto espacio al miedo fueras a abrazarla y decirle cuanto la quieres, que nunca nos falten los te amo. Te gusto esa idea y creo que quedaste más tranquila. Pero yo lloré mucho ese día repasando tu miedo una y otra vez en mi mente.

¿Por qué a los 8 años tienes que preocuparte por eso? ¿No podíamos dejar ese miedo para cuando tuvieras al menos 15? ¿Por qué estás realidades son tan comunes que tienen que llegar a tus oídos a esta edad? ¿Por qué nosotras tenemos que estar en riesgo de muerte solo por ser mujeres? ¿Por qué?

Desde que tu mamá me dijo para ser tu madrina, acepté hechizada por ti y me propuse acompañarte en tu desarrollo como niña y como joven mujer. Sabía, por experiencia propia que en el camino te vas a encontrar con mucha violencia machista y yo iba y voy a estar ahí para acompañarte, apoyarte, explicarte y enojarme a tu lado. Que no crezcas con las mismas dudas imposibles de nombrar con las que crecí yo.

Tu pregunta me hizo resentir, volver a sentir mis propias experiencias a lo largo de mis 32 años. Tenía tu edad cuando otro niño en el colegio le dio por pegarme y lxs adultxs me decían que paciencia, que eso era que yo le gustaba. Por eso hemos hablado de que la violencia nunca será una demostración de amor. El amor no agrede.  Así empecé a pensar en mis primas, todas menores que yo. A los 15-16 como tienen dos de ellas fue la primera vez que sentí terror por mí cuando caminando del colegio a la casa un tipo empezó a perseguirme y decirme cosas horribles, por eso hemos hablado de que los extraños no son personas confiables para conversar ni recibirles cosas en la calle y que en lo posible, nunca te quedes sola en lugares donde no haya más nadie, especialmente mujeres. A los 20, muy cerca de la edad que tiene otra prima, descubrí que los agresores no siempre son desconocidos, feos y enfermos como muestra la televisión, sino que puede ser la persona en la que más confías e incluso sueñas un futuro. De esto, seguramente hablaremos más adelante. También pensé en mi prima contemporánea, con quien seguramente podría compartir muchas experiencias de este tipo, pero crecimos en un sistema en el que esto se silencia y se vive en una esfera íntima y privada, que en contraste, hoy tiene la fortuna de vivir una maternidad deseada con dos hermosos hijos mientras que para mí, decidir no maternar también me resulta afortunado, entonces también se resiente la admiración, el amor y la esperanza.

Resentir es una hermosa palabra que utilizan quienes nos atacan a las feministas. Resentidas nos llaman. Claro que lo hacen refiriéndose al sentimiento de enojo que evoca esa palabra, que en nuestro caso está más que justificado. Nuestra rabia es digna y justa. Por eso, cuando me hablas enojada porque te mandan a callar o porque te regañan por reclamar, lo hablamos y celebramos tu rabia, buscando estrategias para canalizarla de una forma saludable. Me niego a que te veten una emoción que nos han censurado a nosotras para dejársela a los hombres que la usan para anularnos.

Mientras pienso en la rabia y el resentimiento me escribe una antigua compañera de la universidad porque su expareja la acosa y la amenaza, tiene miedo y no sabe qué hacer. Descubro lo poderoso que puede ser el “Yo te creo, no estás sola” y buscamos los medios para poner la respectiva denuncia. Al día siguiente una buena amiga me cuenta de una situación de acoso laboral a razón de género en su trabajo, nos frustramos juntas, porque con contrato de prestación de servicios no hay mucho para hacer. Al mismo tiempo, me llega un mensaje con un boletín de una chica desaparecida en Medellín, otra. Nos movemos todas a difundir para buscarla. Así vamos cotidianamente acompañándonos, tratando de cuidarnos en el caos incluso sin conocernos, porque ser feminista no es solo cuestionarlo todo, es una forma de vivir la vida, de resistir con vínculos sororos. La rabia es justa, pero más que eso, sin desear que seas feminista, porque eso solo será tu decisión, espero que tengas uno o varios círculos de amigas y mujeres que te cuiden y estén dispuestas a quemar todo por ti, como yo lo estoy ahora.

Me doy cuenta entonces que a tus 8 años ya estás resistiendo, así como tu mamá, yo y todas las mujeres hemos hecho durante toda nuestra vida. Y que por eso en el feminismo resentimos, no para mantenernos en la rabia (aunque tendríamos todo el derecho), sino porque necesitamos volver a las mujeres que empezaron a luchar por nuestros derechos hace muchos años, necesitamos resentir nuestras propias experiencias de violencia, unas en mayor medida que otras, para poder poner el cuerpo con sentido y reclamar nuestros derechos, que aun hoy no son respetados en su totalidad. Resentimos no solo desde la rabia sino desde el reconocimiento de nuestras opresiones, de nuestras resistencias.

Tu llamada con miedo llego en los días que celebrábamos la despenalización del aborto hasta la semana 24 en Colombia. Un tema del que seguro hablaremos más adelante, pero que me da esperanza frente a toda la desesperanza que nos brinda el mundo hoy. Y me da esperanza porque además de resentir y resistir ahora podemos decidir.

Y es que esta decisión sobre el aborto nos devuelve el poder sobre nuestros cuerpos. Esto quiere decir que, aunque me asegure de que tengas acceso a información adecuada y al uso de anticonceptivos para que vivas tu sexualidad sin cargas morales, podrás diseñar tu proyecto de vida más allá de la maternidad. Eso será para ti una elección, no una imposición y podrás desarrollarte como lo hicimos mí prima y yo. Pero además, significa que podrás pintarte el pelo rosa, tatuarte, hacerte piercing, usar la ropa que desees, lo que quieras porque el cuerpo es tuyo y nadie tendrá derecho a juzgarte. Tu cuerpo es tuyo, no de uno o varios hombres, no de Dios, no del Estado, es solo tuyo. Y eso, pensando en que no vas a tener 8 años eternamente es muy esperanzador.

Vuelvo entonces, en medio de todos mis pensamientos desordenados, a tu miedo inicial y sigo sin saber como responderte acorde a tus 8 años. Solo sé que el 8 de marzo hablaremos de lo que significa ese día que nada tiene que ver con celebraciones, rosas y chocolates, sino con nuestros derechos y que mientras estemos vivas seguiremos resintiendo, resistiendo y ahora decidiendo, luchando para que el derecho a vivir a nuestro gusto no sea vulnerado.

💚Psicóloga Feminista (Ella/She/Her) 🤍Terapia de Duelo por Fallecimiento 💜Acompañamiento en Violencia Basada en Género

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