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LO INEVITABLE – Segunda parte

Y creyó que era el momento de dejar caer su estela de terror en las principales ciudades del mundo… Convertido en sombras emprendió su viaje. Saliendo de las mimas se encontró en algún callejón de una metrópoli de Sudamérica, se dirigió como el más sigiloso de los felinos al centro de la ciudad y vio de cerca un grupo de sus adoradores que sacrificaba a un gato de color negro para rendirle culto.  Se paró enfrente de ellos, quienes lo reconocieron de inmediato. Y después de unas palabras de alguno del séquito, mostró un serio desencanto por la forma en que el animal era masacrado. No debía ser así, no. Los cortes tenían que ser perfectos. Así que entre sus manos tomó a una niña de no más de 15 años que se encontraba en el grupo. Con sus dedos arrancó los aretes de las orejas y el piercing de los labios. La victima debía estar limpia. Le rasgó la ropa, tomó el cuchillo y sin marcar la estrella en ninguna parte lo incrustó a la perfección entre la tercera y la quinta 5 costilla. Con un extraño movimiento de la mano sacó el corazón aún palpitante para que ella lo viera y complacida se dejara llevar de una vez a las profundidades del infierno, donde sería recibida por Cancerbero, que al abrir la alcantarilla lo primero que hizo fue…

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Soraya pensó que era lo mas lógico del mundo pues si en el cielo es una puerta, en el infierno debe ser una alcantarilla.

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Cancerbero, al abrir, lo primero que hizo fue atacarla y a mordiscos sacarle una a una las entrañas…

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Timbra el teléfono y el sonido rompe con la lectura de Soraya. Atiende. Es su madre para saber como está, si desayunó, cómo va el aseo. Soraya le dice muy bien, no me reconocerías mamá.

Luego de las especificaciones dadas por la madre, cuelga. Continúa sumergida en su libro, pagina 146.

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Vio a lo lejos, en la habitación de un edificio, a una hermosa mujer vestida para dormir, a la que el camisón de seda color piel le caía perfecto sobre cada uno de los montes protuberantes que se formaban en su pecho, y pensó que era momento de probar otro tipo de carne. Y así como había llegado a la metrópoli se dirigió a la habitación de la que sería su segunda víctima ciudadana. Dio dos pasos, salió de la oscuridad y cuando su rostro fue tocado por la luz tenue de la luna se escuchó el más aterrador de los gritos femeninos. De un zarpazo rasgó el camisón y la piel de aquella mujer. Las heridas dejaron su rastro en la pared que había permanecido reluciente hasta ese día, con todo su cuerpo se abalanzo sobre ella y…

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Tocaron el timbre. El gesto de frustración de Soraya fue acompañado por la caída de la toronja de la mano sobre la barra de la cocina. En pijama, como estaba, se dirigió a la puerta. Abrió. Era el hombre de Fedex que le entregó el respectivo paquete de dulces típicos que le enviaba mamá desde su ciudad. Ahora tenía dulces para acompañar la lectura. Con una sonrisa que ella ignoró, el hombre de Fedex se despidió y Soraya retorno a la cocina para continuar la lectura. Tenia que terminar el libro antes de la noche para comenzar uno nuevo. Otra vez, página 159: –con todo su cuerpo se abalanzo sobre ella y…

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Soraya escucho un ruido extraño en la sala. Armada con un sartén fue a ver qué pasaba. En el corredor se dio cuenta de que la puerta estaba entreabierta. Milésimas de segundo después vio pasar a su gato…. Copito… que le provocó uno de los sustos más grandes que había vivido en su vida y pensó cambiar su tipo de lectura y leer novelas rosas como el resto de sus amigas por que  la sugestión la estaba llevando a límites insospechados.

Luego respiro tranquila, giro su cuerpo y se encontró de frente con el marco sangre toro del iris de unos ojos que fijamente se metieron en su ser y que dejo de observar solo cuando una mano con las uñas como garras atravesó su vientre y llamaron su atención después de eso unas espinas que se incrustaron en este y con las serpientes injertadas le sacaron el útero lleno de vida y aún tibio que le había sido preñado sin darse cuenta la noche anterior para dar inicio a la gestación, a la vida que vendría a acabar con la vida

Los ojos volvieron a entrar en la página 159 de aquel libro, que al cerrarse, dejo ver en la contraportada  la inscripción “a quienes dieron su vida, para hacer posible lo inevitable…”.

Zoociólogo (zootecnista + Sociólogo) papá de SGE, esposo de Natalia, lector de cuentos para 😴 Padawan de phd en Estudios Sociales. estoy en @biodiversoscol

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