Mucho ha cambiado desde que empezamos este proyecto hace unos cinco años aproximadamente. Ahora soy oficialmente el editor, o sea, que los errores en el portal serán responsabilidad mía. Como no tengo problema en admitirlo, está abierto mi DM para ello o mensajes públicos llamando mi atención y/o señalándolos. Hubo hasta gobierno de izquierda en 2022. Pero ahora hablaré de algo más personal para que entiendan o sirva de antesala a otras intervenciones-columnas mías sobre el tema.
Todo esto a propósito de octubre urbano. Sí, para empezar ya me metí en ese tipo de fechas temáticas, ja, ja. Mi tema ahora es ese el mundo urbano, la urbanidad como experiencia. Cuando Andrés Trece escribía sobre esos temas acá por 2021 no era de mi especial interés. Estudié un posgrado en el tema —tuve excelentes docentes— y luego me fui a trabajarlo en otra región del país. También en el intermedio fue «experto» en una comisión accidental del Concejo Distrital de Medellín sobre renovación urbana. Ahora hasta trato de trazar línea sobre el tema en LinkedIn, pero sin pensarlo como un Instagram corporativo.
¿Por qué hablar del futuro urbano? Más bien hay que hacer la pregunta de por qué no se hablaría de ello. Estamos en el siglo urbano, la mayoría abrumadora de la población se concentrará en ciudades y es un ciclo que se perpetua a sí mismo: más oportunidades en la ciudades = más población se mueve a las ciudades = más oportunidades en las ciudades. Sin embargo, esto, lejos de ser un motivo de alabanza para la ciudades, es una razón para poner el foco en la planeación urbano-regional y en los serios retos y problemas que sufren las ciudades.
Como primero, hay que pensar una relación sana de las urbes con sus entornos próximos y no tan próximos, ¿ciudades absorbiendo por una lógica metropolitana de expansión ilimitada a los municipios cercanos o depredando los recursos de sus regiones o regiones vecinas? Todo eso tenemos que pensarlo, porque somos el problema pero también la solución o tratamiento más accesible. Quizás desde nuestras urbes no acabaremos el capitalismo, pero sí podemos poner en práctica otras lógicas que sean escalables y estén a favor de nosotros, las personas comunes y corrientes. Por ejemplo, se puede hacer y mucho para que la vivienda no sea un mercado especulativo en principal beneficio de los inversionistas.
¿Qué más hay que pensar? Darle la vuelta a dogmas aspiracionales del sector que todos compartimos: «país de propietarios». También estoy por priorizar el déficit cualitativo sobre el cuantitativo. Necesitamos generar una masa crítica de pensamiento y personas que estén dispuestas a construir o apoyar ciudades que sean mejores entornos para todes; ciudades para el cuidado, ciudades para equidad de género, ciudades para la niñez y las personas mayores; ciudades para la proximidad y no para vivir una tercera parte de nuestro tiempo disponible en buses; ciudades, en suma, para la dignidad y dignificación. Esa bien puede ser mi agenda o calendario de publicaciones aquí.
Cabe aclarar que sí me interesa el fenómeno urbanístico, pero que de raíz soy sociólogo entonces veo ante todo las relaciones sociales del mundo urbano. Sí sé de la parte técnica-urbanística, por supuesto, pero para eso ya hay mucho arquitecto. También hay colegas de la sociología que entienden muy profundamente la experiencia urbana, pero que no tienen demasiada idea de hacia dónde van o de dónde vienen esos procesos. Sobre todo el asunto de la financiación urbana es un o que pasa de largo y ahí es donde hay que aplicar la economía política, redistribución, bienes comunes. Y soy popular. En la ciudad que viví tuve el privilegio de vivir en un barrio con alcantarillado cubierto (sic), pero tenía vecinos dedicados al mototaxismo. Entonces claro que me da una postura. Me preocupa más, por ejemplo, la presión permanente de la migración venezolana sobre el mercado inmobiliario que la supuesta gentrificación de las comunas más ricas en mi ciudad.
Sea esta un rebienvenida y un reencuentro para volver a un espacio que hemos construido con amigos. Hablaré de los temas que dije, especialmente este mes, pero lo puedo intercalar con mis líneas viejas. La verdad estoy pesimista con esta campaña, pero seguramente será una materia de mis columnas. Considero que hay otros temas de este Gobierno que no hemos terminado de procesar entre tanto escándalo mediático. Por ejemplo, hablando de lo urbano-territorial, me parece un desastre que no se haya reintroducido en la Ley de Financiamiento el plazo de cinco años para cobrar valorización —antes no había plazo, se introdujo en el Plan Nacional de Desarrollo y la Corte C. lo tumbó por unidad de materia, ¡por que debía ser parte, precisamente, de una reforma tributaria!—.
